Numa P. Maldonado
Tengo a la vista una fotografía donde, en el primer plano, aparece una anciana en una calle del pueblo de Gouves, isla de Evia (Grecia), con la cara de angustia, la boca abierta y la mano en el pecho, apenas puede respirar, mientras en el fondo el bosque aledaño arde con enormes llamas: es una clara evidencia de los efectos del cambio climático que en este verano boreal están provocando incendios forestales gigantescos en Canadá y Estados Unidos y en los últimos días en el Mediterráneo Oriental, desbastando inmensas superficies boscosas de Turquía y Grecia, debido a temperaturas superiores a 40 grados celsius, en el caso de la isla Evia, de 47o C. Incluso Siberia, Uno de los lugares más fríos del planeta, experimenta un calor severo e incendios.
En otras palabras: la Tierra ha comenzado a arder en los veranos de los países situados en las latitudes medias, ratificando que la última década fue el período más caliente de los últimos 125 mil años, de tal manera que este aumento térmico sostenido, llamado también “Calentamiento Global”, en una década más (hasta finales de estos años 20 o principios de los 30) probablemente superará el nivel de calentamiento que muchos líderes mundiales han tratado de prevenir, según un informe publicado el lunes pasado que las Naciones Unidas denominaron “código rojo para la humanidad”.
Todo lo que estamos viendo y sintiendo en estos días, en unos lugares más que en otros, los científicos climáticos ya lo advirtieron, y el trabajo de más de 200 científicos que asimila miles de estudios, publicado el lunes pasado, lo confirma y establece un poderoso consenso global, menos de tres meses antes de la COP26 del próximo noviembre, de Glasgow. El informe dice que “los cambios recientes en el clima son generalizados, rápidos e intensos, sin precedentes en miles de años. La última década fue probablemente más calurosa que cualquier período de los últimos 125 mil años. La combustión y deforestación han elevado el dióxido de carbono en la atmósfera más alto de lo que lo han hecho en dos millones de años, y la agricultura y los combustibles fósiles han contribuido a que la concentración de metano y óxido nitroso supere cualquier punto en al menos 800 mil años. “Este informe debe sonar como una sentencia de muerte para el carbón y los combustibles fósiles antes de que destruyan nuestro planeta”. dijo Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas.
Mientras Helen Mountford, vicepresidenta de clima y economía del Instituto de Recursos Mundiales, advierte: “nuestra oportunidad de evitar impactos aún más catastróficos tiene una fecha de vencimiento”. El informe implica que esta década es realmente nuestra última oportunidad de tomar las medidas necesarias para limitar el aumento de temperatura a 1.5°C. Si colectivamente no logramos frenar rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero en la década de 2020, ese objetivo se saldrá de nuestro alcance.
Esto quiere decir que si después de Glasgow no se logran consensos y se siguen incumpliendo los acuerdos, las metas previstas para iniciar la mitigación segura del calentamiento globlal/cambio climático, la humanidad marchará indefectiblemente a su autodestrucción. Entonces no habrá lugar para huir o esconderse y nadie podrá escapar de la ira de Gaia, ni los países ricos ni los dueños de las grandes multinacionales, los principales causantes del desastre.