El poder de la palabra

El origen del vocablo palabra se relaciona con una variación del español antiguo parabla, que proviene del latín parábola que implica lo similar, comparación; que a su vez es tomado del griego parabolé que significa “comparación, alegoría”.

El vocablo palabra tiene intrínsecamente un valor con múltiples matices porque es el medio de expresión de los pensamientos con los que se proyecta todo ser humano, es el fundamento con la que se expresa la verdad, la libertad de expresión, en los acuerdos y desacuerdos, pero que permite una argumentación lógica mediante la cual se puede explicar y debatir un conflicto en un contexto dialógico de transcendencia para todos.

La argumentación lógica no solo se origina de una palabra bien articulada por los órganos propios de la ejecución del sonido emitido por una persona, sino que tiene más elementos relacionados como el flujo de aire que viene de los mismos alveolos pulmonares, pasa por las vías respiratorias en forma ascendente y que a la vez es modulado por los diferentes órganos de la fonación como la laringe con las denominadas cuerdas bucales, la cavidad bucal, la lengua, las fosas nasales y paranasales que profundizan su tono, fuerza, ritmo.

La expresión oral lógica tiene que pasar por varias porciones de la corteza cerebral, el área de Wernicke que permite la comprensión de las palabras, donde se elabora una respuesta adecuada, lógica, coherente al contexto en la que se expresa, el área de Broca en donde se modulan las respuestas motoras para la emisión de un sonido adecuado, coordinado que represente una palabra articulada, así como la porción sensitiva motora de las porciones en las que se controla el movimiento coordinado de todos los órganos que intervienen en la emisión de una sola palabra.

El proceso de la emisión de una palabra o su conjunto es complejo desde el punto de vista neurológico, pero no queda ahí, porque además existen otras porciones como la corteza cerebral frontal en las que se ejecuta un proceso de selección de ideas, en la que la lógica y la toma de decisiones permita un uso adecuado de cada palabra. Por lo tanto, la sola expresión de una palabra conlleva desde el punto de vista motor una ejecución precisa, coordinado por los órganos involucrados, el físico flujo de aire, así como, el proceso sensitivo, motor, el análisis de ideas y coherencia a nivel del sistema nervioso.

La palabra no viene sola, sino acompañada de una expresión corporal con la que se evidencia la importancia y el énfasis con la que ha sido transmitida, lo que denota la intencionalidad de dicha expresión y el contexto en el que es usada.

Las palabras entonces deben ser usadas en forma adecuada, haciendo honor a todos los mecanismos complejos que deben ocurrir para ser emitidas y deben responder a un propósito significativo como lo puede ser la gratitud, deben ser palabras que aporten bienestar a los demás, deben ser palabras de aliento, de apoyo, soporte, que construyan; deben ser usadas con consideración y cortesía.

Las palabras tienen evidentemente fuerza y poder de persuasión sobre otros seres humanos, que debe ser usada con responsabilidad, tienen que constituirse en una herramienta de comunicación entre semejantes.

Las palabras no deben ser por ningún motivo portadoras de despropósitos como la calumnia, el insulto, la blasfemia. En la cita de Proverbios 12:18 se enuncia que: “Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana”. De la misma forma lo expresa Esopo frente a Xantus en forma analógica en relación a la expresión de la lengua que pueden emitir palabras portadoras de lo más sublime pero que puede traer también todo lo contario.

Quizá, debemos examinar las expresiones que usamos cotidianamente que deben estar cargadas de palabras bien intencionadas, que en sabias palabras deben ser como un panal de miel como dulces para el alma y salud para todos, que siempre necesitan del poder sanador de una palabra o de palabras dirigidas a hacer el bien y prodigar el bienestar de nuestros semejantes.

Es necesario sin duda construir un lenguaje adecuado para expresar lo que en realidad importa, dejando de lado lo superfluo, insignificante y lo que no debe trascender. Los valores humanos deben ser transmitidos mediante la palabra que es para lo que fue creada y hacer uso adecuado del verdadero poder de la palabra.