Las flores tienen el color de la inequidad social

Rafael Riofrío

El próximo martes 8 de marzo, se recuerda el Día Internacional de la Mujer, ese día de 1908 la burguesía neoyorkina asesinó a 129 mujeres que se declararon en huelga demandando condiciones dignas, es por tanto una fecha para recordar a las protagonistas de una lucha, aún inconclusa, por la libertad y la vida. Las mujeres del campo, las campesinas, las obreras, las vivanderas, las amas de casa, las sin trabajo, las maestras, prefieren menos discursos, más goce de sus derechos y más justicia social para todas y todos los seres humanos.

Los homenajes frívolos comercializados por el sistema para un día, no solucionan la falta de salud, medicina, educación, trabajo y servicios básicos que padecen hombres y mujeres de los sectores populares, por eso, el 8 de marzo, es una fecha para solidarizarse con las mujeres que luchan para hacer visible y erradicar las desigualdades económicas, sociales y culturales, con las que luchan por sus derechos y los del pueblo, con las que luchan contra la opresión patriarcal y en contra de la violencia del sistema.

Me preguntó, las mujeres de las clases pudientes y de la burguesía tendrán los mismos intereses que las mujeres trabajadoras, claro que no. Unas quieren conseguir las mismas ventajas, el mismo poder, los mismos derechos en la sociedad capitalista que poseen ahora sus maridos, padres y hermanos. Mientras que las segundas, desean abolir todo tipo de privilegios que deriven de la explotación y la corrupción, a la mujer obrera le es indiferente si su patrón es hombre o mujer, lo que reclama de él o ella, es justicia, ellas se saben a la vez madres y como tales demandan protección especial del gobierno y de la sociedad para sus futuros hijos y para todo el pueblo.

Las mujeres burguesas están luchando para conseguir derechos políticos, pero para ellas son solo el medio para conseguir sus objetivos con más seguridad en este mundo basado en la explotación de los trabajadores. Mientras que, para las mujeres obreras, la lucha por los derechos políticos representa un paso en el difícil camino hacia encontrar trabajo para poder llevar el pan de cada día a sus hijos.

En esa lucha diaria por la justicia social, recordamos a Manuela Sáenz, Matilde Hidalgo, Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña, Rosita Paredes, y muchas otras heroínas anónimas, de las cuales es difícil encontrar las palabras adecuadas para describir esa conjunción de unidad, ternura, solidaridad, comprensión y compromiso social, ellas que rompieron las cadenas y hasta dedicaron su vida a la lucha emancipadora y a la construcción de la Patria Nueva.

Mujer trabajadora, hoy no enviaré flores con el color de la inequidad. Hoy no me basta la pluma y la palabra iluminada, tampoco la mano levantada. Hoy quiero mostrarme solidario cada día, ponerme a tu lado para unir nuestras fuerzas en defensa de quienes sufren hoy en todo el Ecuador.