El jesuita Mario Cicala llegó como seminarista a Quito en el año de 1743, siendo reconocido cuatro años después como Fraile regular. Se propuso recorrer toda la antigua Audiencia de Quito, tomando apuntes e hizo un esforzado viaje desde Cuenca a Loja en octubre del año 1754; encontrándose ríos invadeables, los conocidos y temidos balcones en las pendientes empinadas de las montañas para poder caminar y lechos caudalosos de los ríos.(Archivo Histórico).