Efrén Sarango Palacios
Con el sol de la alambrada,
con la hierba eclosionada
y el rocío tempranero.
Te amaré toda la vida
con tus ojos en mi mente,
con tu cuerpo resplandente
que se aviva en madrugada.
Te amaré toda la vida,
sin medida entre mis cielos,
en la nube, en los pañuelos
que dibujan tu silencio.
Te amaré toda la vida
como el agua a su tormenta,
como luz que representa
al novísimo universo.
Te amaré toda la vida
con mis polvos, con mis huesos,
con mis miedos y embelesos
hasta el fin de la existencia.
Te amaré toda la vida
con apenas mi mirada,
con la tarde aletargada
que me exprime mis vacíos.
Te amaré toda la vida,
sin final, a la deriva,
en tus ojos de agua viva
y candentes como fuego.
Te amaré toda la vida
hoy, mañana, tarde y noche,
voy a hacer del mar derroche
y beberme sus entrañas.
Te amaré toda la vida
respirando tu pradera
y las formas tempraneras
que tu cuerpo reproduce.
Te amaré toda la vida
sin minutos ni memoria
y contigo haré la historia
que perdure en el silencio.