Amanece un nuevo día
y la historia nos sorprende,
nos agrede, nos ofende,
al mirar las tropelías.
Las supremas alegrías
nos la roban los bellacos
al saber de los atracos
al erario, ¡mama mía!
Roba el uno, roban cinco,
roban todos en gallada,
se organizan en bandadas
y nos “pelan” dando brincos.
La confianza al presidente
ha bajado y en picada,
es suprema pendejada
su mandato displicente.
Desconfianza en todos lados,
en sus montos y contratos,
es un tema de arrebato
que nos tiene bien fregados.
Roban plata como bestias,
como nunca en nuestra historia,
y nos sueltan irrisorias
sus migajas … ¡qué modestia!
La justicia, de otro lado,
es injusta, selectiva,
que camina a la deriva
con sus fallos cuestionados.
Para el grueso de pobretes
a la cárcel por cojudos,
pero al rico copetudo
en su casa y con grillete.
Y no hablamos de centavos
en los robos perpetrados,
son millones de contado
que se ven atando cabos.
Luego asoman angelitos
a decirnos … yo no fuiiiii,
yo los miro desde aquí
a estos lindos angelitos.
Pareciera que el delito
es la cátedra de ahora,
que se mete a toda hora
en los grandes y chiquitos.
Gran ejemplo que les damos
a los niños estudiantes,
que discurren anhelantes
sin saber qué mismo pasa.