¡Armaos, los unos a los otros!

Juan Luna

Quilanga, 06 de abril 2023

Sorprendido y devastado por fatal decisión del señor Presidente que, el 01 de abril, víspera de inicio de Semana Santa, históricamente, la semana más cruenta de la historia de la humanidad, por el crimen cometido a un inocente por parte de líderes políticos y religiosos de la época, el señor presidente de los ecuatorianos emite un decreto que autoriza a libre porte de armas, so pretexto, de “resguardar la seguridad de los ciudadanos”.

«Se autoriza la tenencia y porte de armas de uso civil para defensa personal de acuerdo con los requisitos de ley y el reglamento», así como, el uso de aerosoles de gas pimienta. El presidente, católico confeso e identificado con el Opus Dei, desde mi mirada procede con incoherencia a su espiritualidad y filiación religiosa que proclama el “amaos, los unos a los otros” (cf. Jn. 13,34-35).

Cierto es que La Constitución del 2008 define en su artículo 1 que “El Ecuador es un estado laico”, y al preservarse este principio el gobernante debe estar distante de sus preceptos religiosos para la toma de decisiones, sin embargo, no es menos cierto, que en una sociedad de valores como la que propugnamos vivir, la coherencia entre el pensar, hacer y ser nos conduce a vivenciar y que mejor hacer lo de la mano del máximo líder de los ciudadanos.

Quiero dejar claro que no cuestiono la confesión religiosa del presidente ni su fatídica decisión de libre porte de armas “regulada”; en el primer caso, queda al libre albedrió de su conciencia y en el segundo, si en su intención está proteger la vida, dignidad y seguridad de cada ecuatoriano, puede justificarse en un momento y los entendidos serán los llamados a ayudarnos a comprender con argumentos técnicos, jurídicos su alcance y limitaciones.

En mi caso lo que deseo es expresar, por principio personal, mi desacuerdo con la decisión del líder-presidente y aupada por las fuerzas armadas y grupos hegemónicos de poder económico y mediático que aplauden la decisión. Yo solamente puedo manifestar que las armas libremente portadas, con o sin regulación son el camino más seguro a la violencia y matarnos entre nosotros mismos, ya lo refería Gandhi, líder de la lucha por la paz y la no violencia: “La Historia nos ha enseñado que hay períodos de entreguerras en los que, simplemente, sigue acumulándose odio entre los seres humanos. En paz, pero construida sobre bases muy débiles”.

Estoy convencido que una sola persona no puede declarar la guerra o construir la paz, lo que si puede esta persona en bien personal y colectivo, como en el caso del presidente y su equipo de gobierno es agotar todo proceso de negociación y acuerdos en pro de la justicia, la paz y la no violencia.

Como ciudadanos y como mandantes emprendamos acciones que lleven a fortalecer lazos de armonía y convivencia pacífica, desterremos todo tipo de violencia física, psicológica y la armada, que juntas las tres atentan a la vida, integridad y dignidad humana. La construcción de la paz debe nacer de la justicia y debe ser un imperativo para todo ecuatoriano.

La Semana Santa que concluye y que se abre victoriosa con la resurrección de Jesucristo es un motivo suficiente de esperanza en que si es posible otro Ecuador.