La última huelga nacional sindical

César Correa

El viernes 18 de marzo de 1983, la Junta Monetaria y el Frente Económico aprobaron una nueva devaluación monetaria y la elevación de los precios de la leche y los combustibles, lo que desató la ira del pueblo, que ya había sido afectado con medidas similares tomadas periódicamente desde 1981. Inmediatamente la Central Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas (CEDOC), presidida por el lojano David Tenesaca, declaró una huelga nacional indefinida a partir del martes 22.

Años atrás, el 24 de mayo de 1981 asumió la Presidencia de la República el Dr. Osvaldo Hurtado Larrea, abogado, hijo de un latifundista de la provincia de Bolívar y fundador del Partido Demócrata Cristiano del Ecuador (1964). Después de unas dos décadas quedó claro que Hurtado era el presidente, pero no tenía poder alguno, no controlaba ninguna de las otras funciones, en la Cámara de Representantes o Congreso; su partido tenía solamente 4 legisladores. En consecuencia, sobre los asuntos de cuantiosas proporciones era la burguesía comercial la que mandaba, tanto así que ni siquiera le permitieron desarrollar una campaña de alfabetización con los métodos de Paulo Freire. Los dueños del país emprendieron en una campaña para desmontar lo que el pueblo había ganado con Jaime Roldós y para recuperar poder electoral. Inclusive la oposición liderada por León Febres Cordero llevaba adelante un proyecto de golpe de Estado, del cual desistió a mediados de 1983 cuando los sondeos de opinión mostraban que, en las elecciones de principios de 1984, la mayor intención de voto la tenía el dueño del Partido Social Cristiano.

Llamamos al pueblo de Quito y de todo el país a responder enérgicamente al rudo golpe que nos han dado la Junta Monetaria, el Frente Económico y el FMI, pero una respuesta conducida y organizada por la CEDOC, única manera de conseguir que la protesta popular no resulte estéril o contraproducente».

Quito se paralizó por completo desde el día martes 22; en Guayaquil, Cuenca, Loja, Esmeraldas, Imbabura, Napo se paralizaron las organizaciones sindicales más grandes e importantes, se cerraron los mercados y se cortó el transporte de petróleo por el oleoducto; en Loja estallaron con furia los dirigentes de la FESE y la FEUE, que causaron destrozos en edificios públicos y privados, como el del Banco de Loja y el domicilio del gobernador Miguel Valarezo. El gobierno solamente hizo un llamado al diálogo. Al llegar la noche del viernes 25 la capacidad de resistencia del pueblo estaba agotada y el sábado se reanudaron todas las actividades en Quito, no se diga en el resto del país.

Bajo responsabilidad de David Tenesaca, el domingo 26, publicamos un comunicado según el cual se suspendía la huelga general hasta después de 15 días, fecha en la cual estaba anunciado un viaje de Hurtado a Estados Unidos y se reiniciarían las protestas sindicales. Con ese comunicado queríamos salvar el destino del movimiento sindical, que quedaba eclipsado por el retorno a la normalidad —sin haber conseguido nada—. Queríamos presionar al presidente a negociar y obligarlo a hacer alguna concesión. Pero fue inútil, las federaciones no se sintieron con las energías necesarias para reiniciar la huelga nacional.

En esa coyuntura de marzo de 1983, las centrales sindicales no podían reducirse a publicar manifiestos de condena y rechazo a las medidas económicas dispuestas el día 18; era de vida o muerte para las mismas dar la respuesta más contundente, como para obligar al gobierno a derogarlas, de ahí que no tuvieron otra alternativa que la de ir a la huelga general nacional, con la esperanza de que plegaran todos los sectores de la población, no solo los que se hallaban vinculados a dichas centrales. Se sumaron los maestros de la UNE y los estudiantes de la FEUE y la FESE, pero no fue suficiente. La población que se mantuvo al margen contribuyó a que la clase trabajadora sufriera una contundente derrota, que dejó la sensación insuperable hasta hoy de que de nada sirve decretar una huelga nacional. Las centrales sindicales perdieron la capacidad de convocatoria y el protagonismo que habían ganado en las dos décadas anteriores. Han pasado 40 años y no han podido movilizarse nuevamente con la misma fuerza de 1983, a pesar de que los gobiernos han repetido sus graves atentados contra el nivel de vida de los trabajadores. (I)

César Correa

Primeros reportes de Diario Crónica del 23 de marzo de 1983, sobre la huelga nacional y su realización en Loja.

César Correa

Lic. David Tenesaca Trujillo, presidente nacional de la CEDOC en 1983, protagonista de la huelga nacional.