No me tienes que dar porque te quiera
nada, mi Redentor, Rey de los cielos
gracias a Ti he logrado mis anhelos,
y amarte hasta el final solo quisiera.
Cuánto favor ¡oh! te adeudo tanto
la vida sobretodo que me has dado,
tu amor a manos llenas derramado,
y tu cariño incomparable y santo.
Ya saldaré algún rato Dios divino
tanta bondad y amor cuán cristalino,
que me dispensas generoso a diario
Gracias una y mil veces mi buen Dios
todo lo que yo soy lo debo a vos,
mi amigo sin igual y extraordinario.
Acf.