María Antonieta Valdivieso C.
El ilustre Municipio ha tomado en cuenta el nombre de nuestro querido y recordado padre, doctor Jorge Valdivieso Moreno, para designar con su nombre a una calle de la ciudad. Papá fue un distinguido abogado, y sobre todo un extraordinario ser humano, dueño de un exquisito don de gentes.
Nació en nuestra ciudad el 28 de septiembre de 1922, fue el hijo primogénito del hogar formado por el doctor Sebastián Valdivieso Peña y la señora Julia Antonieta Moreno. Nuestro abuelo Sebastián fue un prominente y probo hombre público, quien como presidente del Concejo Municipal fue elegido como diputado a la Asamblea Nacional de 1937, en donde se aprobaron importantes leyes que beneficiaron especialmente a la educación.
Recibió su educación primaria en la escuela de los Hermanos Cristianos, en donde ya se dio a conocer su fino humor, su chispa y agudeza mental, y esa gracia especial para contar y relatar anécdotas. Cursó la secundaria en el colegio Bernardo Valdivieso, de donde guardaba cantidad de vivencias inolvidables, que lamentablemente no quedaron escritas. Cursó la carrera de Jurisprudencia en la Universidad Nacional de Loja, graduándose de doctor y abogado de la República, en 1953.
Como profesional del derecho ejerció con total honradez y apego a la ley diversas funciones y cargos públicos que le fueron confiados, entre otros: miembro del Tribunal primero del Crimen, secretario del Tribunal Provincial Electoral, secretario-abogado de la Facultad de Agronomía y Veterinaria a de la Universidad nacional de Loja, secretario general de la misma universidad, notario segundo del cantón Loja; y, registrador de la Propiedad, cargo que ejerció con la ley en la mano y con total honorabilidad y desinterés, hasta su muerte acaecida de forma súbita el 28 de agosto de 1989.
Formó su hogar con Yolanda Cueva Cueva, una mujer extraordinariamente bondadosa y sencilla, con quien procrearon diez hijos: Sebastián, María Antonieta, Magdalena, Camilo, Pablo, Roberto, Jorge Luis, Pedro Esteban, Soraya y Calixto, todos destacados ciudadanos y profesionales que han ejercido importantes cargos públicos.
Al retrotraer la memoria de nuestro padre imposible no recordar su generosidad, su afán de servicio su fina inteligencia, su personalidad cálida y afectuosa, su forma sincera y franca de hablar, presto siempre a emitir su sabio criterio jurídico. También es de resaltar como rasgo de su personalidad su modestia, no le agradaban los halagos ni las vanidades, simplemente lo abrumaban, pues era un ser sencillo, sin poses ni prepotencias.
Fue muy querido por la sociedad lojana, a quien sirvió con tanta gentileza y caballerosidad. Dejó un legado de numerosos nietos y bisnietos que aún lo recuerdan con nostalgia y siguen su ejemplo de servicio, de entrega, sin espera de recompensa. El aprendió de su padre, sus hijos de él y así sucesivamente.
Voy a citar unos versos del poeta Jaime Rodríguez Palacio, escritos en su memoria y que hasta cierto punto lo describen:
A media luna de distancia vives
Imaginero de mi alma
Notario de mi pena, sabio arquitecto de la risa…
Por mi parte, traté de evocar su personalidad en unos sentimentales versos, llenos de amor filial:
Mi padre, ese ser de luz, de fuego y de ternura
Hecho de fibra y de caricias,
De pasión, de brumas y de fugas,
firme y tierno: de ébano y de espuma,
Su inteligencia clara y transparente,
El fino humor y la ingeniosa frase.
Apegado a la ley, a toda prueba
Con un alma inmensa, protectora
Y siempre extendida la mano generosa…
Expresamos un cordial agradecimiento al señor alcalde quien hizo posible la ejecución de este proyecto; a los familiares y amigos que nos han manifestado su complacencia por este reconocimiento público, que nos llena de un sano orgullo familiar y fortalece esos lazos de entrañable amistad.