La generación que nos enseñó todo 

Por: Lcdo. Augusto Costa Zabaleta

Se está muriendo la generación de hierro, para darle paso a la generación de cristal; la generación que sin estudió educó a sus hijos; la generación que a pesar de faltarle todo, nunca permitió que faltara lo indispensable en su casa; la que enseñó valores, empezando por el amor y el respeto; esos hombres y mujeres trabajadores que, a pesar de las dificultades, siempre tenían una sonrisa; se está muriendo la gente que enseñaba a los hombres el valor de una mujer y el respeto a los hombres; los que enseñaron que una promesa o un apretón de manos vale más que cualquier papel; los que verdaderamente conocían el valor de la palabra.  

Se están muriendo los que podían vivir con pocos lujos, sin sentirse frustrados, por ello, de los tiempos buenos y malos sabían disfrutar de la vida; los que, a pesar del calor, del frío, de los tiempos buenos y malos sabían disfrutar de la vida; los que trabajaron desde niños y sabían y enseñaban el valor de las cosas, no el precio; los que enseñaron que no importa el tamaño del regalo, si no el amor con el que dan. 

Los que valoraban el tiempo más en familia, de las cosas de marca; mueren los que pasaron por mil dificultades y sin rendirse, enseñaron cómo vivir con dificultad; esos hombres y mujeres que cuando algo se rompía, buscaban la forma de repararlo, no lo tiraba, mucho menos lo dejaban en el olvido, lo reparaban.

Se van los que hacían del platillo más sencillo un verdadero manjar; los que, con fuerza, aunque su andar fuera débil, no sabían de fragilidad; los aguerridos, los fuertes de alma, pero de corazón noble; se nos van los que sabían disfrutar una tarde de lluvia y preferían contemplar un atardecer en lugar de sentarse tras una pantalla; los que después de una vida dura,  de sacrificio y penurias, se van con las manos arrugadas y la frente en alto; los que después de muchos golpes y alegrías, un día anduvieron lentos, pero con pasos firmes; se van los que nos enseñaron que vale lo mismo un plato de sopa, que un trozo de carne, cuando se come en paz y se gana con honradez. 

Se están yendo los hombres y mujeres de palabras sabias, los que curaban el corazón con palabras y abrazos y hacían del dolor una fuente de crecimiento; muere la gente que veía el trabajo y la tierra en sus manos con orgullo y grandeza y no un motivo de vergüenza; se están muriendo la generación, que enseñó a vivir sin miedo, la generación que nos dio vida, que nos enseñó todo. 

Si aún tienes la dicha de tener contigo a tus abuelos y padres ¡valóralos!, escucha sus historias, aprende de ellos, sus experiencias son valiosas y son palabras de oro, no los desperdicies y jamás te avergüences de ellos, porque ellos son tus cimientos, son los que hicieron de muchos, gente de bien, los que nos enseñaron todo. 

Se está muriendo esa generación fuerte como un roble milenario, de sabiduría ancestral y justicia vertical; para dar paso a una generación de cristal, que se quiebra, se triza y se doblega. 

Lcdo. Augusto Costa Zabaleta 

Ced. # 1100310455