Reactivación económica inclusiva

José Vicente Ordóñez

Según el último informe del Fondo Monetario Internacional FMI de junio del 2020, el crecimiento mundial se proyecta en –4,9% en relación a 2019, la actividad económica global descendería a su mínimo en el segundo trimestre de este año y la recuperación paulatina, según el escenario más optimista se prevé recién para finales de 2021.

Las estimaciones indican que cerca de 100 millones de personas en el mundo podrían pasar a condición de extrema pobreza (vivir con menos de USD 1,90 al día), suprimiendo así los avances en reducción de pobreza y desigualdad logrados en los tres últimos años. Estas proyecciones a escala mundial, implican un impacto negativo, particularmente agudo, en los hogares de bajos ingresos y sin duda quienes más sufrirán los efectos de la crisis son aquellos que menos tienen.

Nuestro país no es ajeno a la dinámica mundial; y, a pesar de haber ampliado su red de protección social durante la emergencia, aún enfrenta el reto de diseñar y ejecutar objetivos de política económica que protejan a los más vulnerables y acompañar con acciones que salvaguarden el empleo, el ingreso y garanticen la solidaridad para aquellos que más necesitan, a medida que se reapertura, progresivamente, la economía.
Para atenuar la desaceleración económica algunas medidas eficaces son:

-Corregir y complementar los registros de protección social y generar estrategias que posibiliten su ampliación cuando fuere necesario, porque la crisis sanitaria nos enseñó que existe un umbral muy fino entre quienes son vulnerables y quienes podrían serlo ante cambios en el entorno.

-Incrementar las transferencias monetarias focalizadas y financiamiento a hogares de bajo ingreso y poca liquidez, un ejemplo, el Crédito de Desarrollo Humano, orientado a los emprendedores beneficiarios del Bono de Desarrollo, sin embargo, este no basta por sí solo y necesita complementarse con: capacitación, búsqueda de mercados u otros incentivos que garanticen el apoyo en toda la cadena productiva.

-Se debe aprovechar también el poder de la tecnología financiera, llegar a los más vulnerables puede resultar complicado en las economías en desarrollo, donde casi el 70% del empleo es informal, por ende, implementar plataformas virtuales de ventas para pequeños y medianos productores y crear cuentas bancarias vinculadas a Internet, para usuarios que no dispongan de estos servicios, puede generar mercados de encuentro alternativos que dinamicen la economía.

Conforme avance el proceso, todos los sectores sociales deberán prepararse para una recuperación más inclusiva, adoptando medidas adecuadas, intercambiando ideas, experiencias, para aprender de los demás y fomentar una mayor solidaridad.

La crisis actual nos ha enseñado algo “La fortaleza de una sociedad viene definida por la de su miembro más débil”. Esta debe ser la guía que nos lleve a un mundo más resiliente, sostenible pero, sobre todo, más humano, después de la pandemia.