Historia veinticinco: “Chaspado y su comprado”

SABEL

Los pobladores de una ciudad infinita, a la que le decían “exquisita”, se hicieron famosos en el mundo por usar la antonomasia. Esto dice acerca de lo valioso de caracterizarse bien.

La historia de Chaspado es una buena historia. Su nombre apelativo era Chalo, pero le decían Chaspado, por sobrevivir a un incendio. Los vecinos llamaron a los bomberos, pero antes que llegue el auxilio Chaspado salió con pestañas y risos quemados.
Desde entonces en la ciudad donde habita, lo conocieron por su hazaña de haber salido chaspado pero vivo. Este evento quedó perennizado y lo cambió. Así, Chaspado vivió sin quemar su buen nombre.

Cuando iba al mercado por su comprado, Chaspado dejaba un buen recuerdo. Para esto, más que billete, contaba con mensajes escritos para las vendedoras, estos decían: “Tu sonrisa es notable, te llamaré Alegría”, “Eres cariñosa, te diré: Amorosa”, “Eres hermosa, te diré Preciosa”, “Contigo, las cosas son sabrosas, serás Exquisita”, y más.

De esa forma, Chaspado se había dado cierta fama. Cuando llegaba al mercado, las mujeres estaban pendientes. Les gustaba el piropo que luego era su buen nombre. Él decía ya que estamos en la tierra de los apodos, es preferible crearnos un buen nombre antes que te nombren. Así, en su comprado recomendaba: “Quiero cebolla, pero con alegría”. “Deme carne pero con calma”. “Necesito verdura pero con cordura”. Tan amable se inmortalizó “Chaspado y su comprado”.