Descalzos

Sandra Beatriz Ludeña

Por la vida hay personas que vamos descalzos. Más que en sentido metafórico, vivimos en vulnerabilidad.
En los últimos meses con motivo de la pandemia, casi todos quedamos así, descalzos. Hemos experimentado lo que es ser vulnerables. Tanto el grande como el pequeño, el rico como el pobre, el instruido y el analfabeto, todos vulnerables ante la enfermedad. Esta situación que ha golpeado el mundo, nos deja al descubierto los pasos, la piel, la vida. Ya no andamos libremente, ya no respiramos libremente, ni abrazamos menos saludamos con un apretón de manos, libremente. Esto es vulnerabilidad.

He leído con sorpresa, que una mujer que fue a comer en un restaurant de China, contagió a decenas que se encontraban comiendo en el mismo lugar, pues, como es de esperar todos los comensales se habían quitado la mascarilla para poder alimentarse, los únicos que se salvaron fueron los meseros, puesto que ellos sí estaban usando la protección. El contagio fue tan invasivo, debido a que estaba activado el aire acondicionado del establecimiento, lo que ayudó a la propagación del virus.

Es escalofriante, sabernos así de vulnerables. Andamos descalzos, no solamente por la enfermedad sino también por el miedo que produce. Los daños psicológicos son asombrosamente imperceptibles, pero destructivos. De esto, se deriva el fracaso de emprendedores que han quebrado y quebrarán en un futuro inmediato. Profesionales de todo tipo, gente desempleada a causa de los efectos de crisis económica tanto a nivel macro como micro.

A pesar de todo este panorama, creo pertinente compartir una respuesta que me dio un líder al que le expresé que estaba cansada de lidiar con tanto problema, él me dijo: “Pero ¿cómo puede ser? Si venimos a esta vida es precisamente a luchar”.

De ese sentido parto, para decir que es momento de la resilencia. Desconocida para la gran mayoría de personas, pero, puesta en marcha en momentos cruciales. En Psicología se trata de la capacidad para superar circunstancias traumáticas. En mi caso, una avalancha de circunstancias nefastas, me habrían sepultado, sino hubiera salido a flote mi resilencia.

Por esa razón, creo que para lo que enfrentamos como “descalzos”, nada mejor que el recurso interno. No existen recetas ni pócimas mágicas. La historia de cada persona es única e inigualable, cada uno vive desde su propia experiencia. Sin embargo, hay patrones, que pueden ser un común denominador para humanos.

No hay otra forma, tenemos que seguir luchando, con lo único que nos queda, el recurso interno. Quizá sigamos descalzos, pero, la misma naturaleza nos hará más fuertes, más dotados y nos adaptaremos a las nuevas circunstancias. Y seremos más considerados con los vulnerables.