¿Dónde se fueron las buenas costumbres?

Ruy Fernando Hidalgo

Esta es una pregunta recurrente que todos alguna vez nos hemos planteado, sin una respuesta satisfactoria, y es que realmente no existe una, sino muchas razones que pueden ocasionar esta ausencia preocupante de buenos hábitos. Trataré de citar algunas, que en mi criterio personal originan esta situación. Todo parte de los hogares que no tienen las normas básicas de una convivencia buena entre sus miembros, por ejemplo, si las cabezas principales de las familias no tienen u observan actitudes de respeto, tolerancia, armonía, entre ellos, o para con los demás, mal pueden exigir que sus vástagos practiquen, o se orienten hacia esos valores, teniendo en cuenta aquel adagio tan conocido, de que la palabra convence, pero el ejemplo arrastra. Pero hay padres, y madres que desgraciadamente dicen una cosa y al virar la esquina hacen exactamente lo contrario. De este modo carecen de autoridad moral para pedir un buen comportamiento de sus hijos.

Claro que también están los hijos que, viniendo de padres honorables, desentonan con el legado de sus progenitores, manteniendo una conducta totalmente reprochable, son casos aislados, pero los hay. Otro factor que incide de manera determinante en esta crisis de valores, es la educación, de los planteles que son parte del sistema educativo del país, en el que no se aplican programas que incluyan enseñanza de urbanidad y buenos modales. En la mayoría de casos, se da preferencia a la utilidad de tipo económico, dejando a un lado la formación en cuanto a valores éticos y morales se refiere. Algunos profesores, no son capaces ni siquiera de expresarse con propiedad ni ellos mismos, ¿Cómo pueden estar aptos para corregir y guiar a sus alumnos? Por eso esta sociedad bordea peligrosamente la decadencia, por eso cada día los índices delincuenciales alcanzan cifras escalofriantes, que nos dejan asombrados, y lo que es peor impotentes ante esta realidad.

Las malas costumbres ganan terreno a pasos agigantados, los buenos modales son una de las especies en extinción, nos hemos deshumanizado tanto, que ya no nos importa la suerte que corran los demás, con tal que no nos afecte a nosotros allá. Hemos sido testigos o victimas de tantas mentiras que nos han vuelto supremamente desconfiados, esto también es fruto de la era en que vivimos tan industrializada y con tecnología de punta, que nos ha quitado la intimidad que teníamos hasta hace poco. Son raras las familias que mantienen la fabulosa costumbre de la sobre mesa, espacio en el cual, se podía enterar como le fue a cada miembro en las distintas actividades que desarrollan, ahora en cambio, más copa la atención los celulares, la televisión, la computadora, y cada individuo se convierte en una isla incluso en medio de los suyos. Me comentan, que, en algunas casas, ya no se usa ni saludar con afecto, todo se reduce a unos secos hola y chao, y punto. ¿Donde y por qué se fueron las buenas costumbres? Nadie lo sabe a ciencia cierta, sería bueno que todos pusiéramos empeño en recuperarla.

Este convivir más estrecho, a que nos ha obligado esta triste circunstancia de la pandemia, en vez de despertar lo mejor de nosotros, ha despertado la violencia intra familiar de forma alarmante, como lo demuestra, el aumento de los femicidios en el país. No se puede generalizar, pero las estadísticas son frías y determinantes, y las buenas relaciones son minoría en el confinamiento. Dios permita que rescatemos las buenas costumbres.(I).