Las nuevas venas abiertas de América Latina – VIII parte

Los compradores de los diamantes brasileños, especialmente de origen europeo y estadounidenses, los adquirían y los llevaban a sus mercados de lujo global, que vendían las piedras por miles de dólares en Amberes; en tiempo de consumo ostentoso de la nueva plutocracia, el anillo doble piedra (dos diamantes azulados) diseñado por Graff y que Christie’s se subastó en diciembre de 2017 y se vendió por 12.5 millones de dólares.

Empezó el festín de compras: según los jueces de investigación de anticorrupción “Lavajato” diversos políticos lavaban dinero mediante la compra de joyas por al menos trece millones de dólares, mientras la economía colapsaba; Sergio Cabral y su mujer compraron doscientas veinte y una joyas (diamantes, rubíes, esmeraldas y turmalinas de Paraiba) por el valor de un millón de reales (220.000 euros) él era exgobernador de Río de Janeiro que sirvieron para blanquear sobornos multimillonarios de empresas constructoras como Odebrecht, OAS y la Andrade Gutiérrez, entre otros millonarios sobornos.

La realidad imitaba al arte y la historia real de los nuevos diamantes de sangre empezaba a superar el melodrama barroco de O outro lado do paraíso.

El festín y el extractivismo de las minas de plata, forja otro capítulo de dolor y luto; en San Luis de Potosí, México; en un intento un tanto desesperado por parte del gobierno “reformista” de Enrique Peña Nieto de captar inversiones extranjeras y elevar de ese modo la raquítica tasa de México en la época del Tratado de Libre Comercio (TLC), ha sido incluido ese lugar sagrado de una de las veinte y dos concesiones adjudicadas sobre casi 7 millones de hectáreas de la sierra a la minera canadiense humillantemente llamada FirstMajesticSilver, lo que chocaba frontalmente con la construcción revolucionaria de 1917.

Menos mal, que Emiliano Zapata y Francisco Villa y siglo después de sus hazañas revolucionarias y muertes heroicas, siguen cerrando el paso a los bárbaros del norte, ahora disfrazados de canadienses; la historia de los Huicholes de Mayarit y Jalisco era la de una resistencia feroz ante los invasores.

Hasta Le Clésio cronista de las revoluciones indígenas en todo México, se muestra impresionado por el “salvajismo de este pueblo guerrero”; los Huicholes se consideraban, aun a principios de siglo XXI el pueblo mejor organizado de las cincuenta etnias indígenas de México.

En San Luis de Potosí y Zacatecas, dos de los históricos estados mineros, en el alto desierto México, de una defensa simultánea del medio ambiente, los derechos indígenas, los buenos salarios y la minería, resultaba muy difícil de cuadrar, era territorio de conflicto entre las comunidades campesinas e indígenas y las multinacionales de minería canadiense como Goldcorp o Blacklie.