Luego del ruido viene la calma, la paz, la serenidad y la cabeza fría para analizar individual, en familia y colectivamente a cada uno de los aspirantes a Carondelet y al Palacio Legislativo.
Víctimas hemos sido del ensordecedor ruido de la campaña política de este 2021, atípica, por cierto, por la crisis que atravesamos, sin embargo, la música estridente, los recorridos, las caravanas, las visitas a domicilio, el encuentro con líderes y organizaciones, los regalos de di distinta naturaleza, no han cesado. Como ciudadanos y dueños de nuestro voto y voluntad, hemos escuchado a todos, los hemos recibido en nuestra casa y en nuestro trabajo.
Sabiamente el régimen electoral contempla un silencio de análisis y reflexión del voto, 48 horas, previo a acudir a las urnas y sufragar. Estas pocas horas son para el ciudadano que necesita digerir lo que cada uno de los candidatos a presidentes y Asambleístas nos ha ofertado. Ha escuchado el qué van a realizar, pero al consignar el voto el mandante debe tener claro cómo lo va a hacer, qué ofertas son realizables y cuál de ellas cumplen con su rol de presidente o Asambleísta para poderlas cumplir.
Recuerde que siempre el voto es nuestra arma de poder y no debemos votar por el candidato “político”, que cumple sus 4 años y luego se va. Si hace bien las cosas perdurará en la mente y corazón de cada elector y no habrá su discurso altisonante, sino las obras que realizó, serán las que hablen por él, perdurará el cariño, pasión y amor que puso para servir a sus ciudadanos de la provincia y del país.
Si el voto es poder, debemos votar por nosotros mismos, por nuestros hijos, por la naturaleza por el bien de todos. El voto suyo no puede ser vendido, ni tampoco engañada. Su voto y mi voto, es mi única arma con el que decido mi futuro y el de mis conciudadanos. Mi voto y su voto debe expresar la esperanza de justicia, de integridad e identidad, de verdad, de honestidad, de búsqueda del bien común y del buen vivir; debe significar trabajo, salarios dignos, respeto al otro y sus manifestaciones culturales.
Finalmente, la autoridad que resulte electa debe pensar en la vida de todas las personas y de la naturaleza, su mensaje de autoridad debe llenar de buenas noticias porque “obras son amores y no buenas razones”. Debe trascender la palabra en acciones coherentes y responsables. No necesitamos una autoridad poderosa, autoritaria, necesitamos que sea un verdadero líder cuyo primer eje de acción sea el servicio.
Valore estas horas de silencio que es su derecho y los candidatos respeten el espacio que el elector necesita. Ya es el momento de bajar el volumen de las bocinas, de la música estridente de campaña, de los agravios en las redes sociales, de entrevistas en los medios de comunicación social. Que el silencio sea nuestro derecho a pensar en libertad y con responsabilidad.