Ayuno y abstinencia

El ciclo espiritual vuelve con cada tiempo litúrgico que la Iglesia católica pide a sus feligreses, pero, sobre todo, a quienes comprometidos con su vocación sacerdotal, religiosa y laica debemos observar el mínimo principio de coherencia con los que profesamos, hacemos y predicamos.

Iniciamos ya el tiempo de la Cuaresma. La imposición de la ceniza como rito religioso marca la apertura de los 40 días de AYUNO Y ABSTINENCIA, que la iglesia y sus servidores pregonan como preparación para el momento más solemne de la historia de la salvación, que es la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, el ungido como Hijo de Dios, cuya misión trascendental fue el anuncio de la Buena Nueva del Evangelio y su sangre derramada en la cruz como expresión de redención, ya lo dice San Agustín de Hipona “”feliz culpa la de Adán, que nos mereció tan gran redentor”

En este contexto espiritual cabe preguntarnos ¿ayunar y abstenernos de qué? Tradicionalmente, en la teología del medioevo y que persiste en la doctrina catequética y en algunas mentalidades y actitudes protervas nos hablan de disminuir la dosis de alimentos y no comer carne, reduciendo la cuaresma a lo corporal que deviene en placer, pasión y satisfacción. Burda equivocación de aquellos que siguen predicando aquello, máxime en este tiempo de crisis de salud, social, económica y ambiental en que el ser humano ha sido despojado de su dignidad al no tener trabajo ni los recursos suficientes para alimentarse y sanarse, situación que se agrava con la destrucción y explotación descomunal de la naturaleza.

El emérito Papa Benedicto XVI ya nos habló de los nuevos pecados de la sociedad globalizada: “manipulación genética, la degradación del medio ambiente, la acumulación excesiva de riqueza y el consumo de drogas”, superando de esta manera los tradicionales siete pecados capitales enumerados por el Papa Gregorio I hace más de 1.500 años, a saber: La lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia.

Voy a hacerme eco de un gran hermano y lector de mis artículos y que con sencillas palabras nos invita a ayunar y abstenernos. No sé si sean de su inspiración, pero las considero válidas para este tiempo:

• Ayuna de palabras hirientes y transmite palabras bondadosas.
• Ayuna de descontentos y llénate de gratitud.
• Ayuna de enojos y llénate de mansedumbre y de paciencia.
• Ayuna de pesimismo y llénate de esperanza y optimismo.
• Ayuna de preocupaciones y llénate de confianza en Dios.
• Ayuna de quejarte y llénate de las cosas sencillas de la vida.
• Ayuna de presiones y llénate de oración.
• Ayuna de tristezas y amargura y llénate de alegría el corazón.
• Ayuna de egoísmo y llénate de compasión por los demás.
• Ayuna de falta de perdón y llénate de actitudes de reconciliación.
• Ayuna de palabras y llénate de silencio y de escuchar a los otros.