Benjamín Pinza Suárez
Uno de los males que ha afectado severamente el desarrollo de nuestra sociedad, es la práctica de la discusión estéril, de actitudes antidemocráticas y revanchistas, dejando a un lado lo que es más importante, esto es: qué debemos hacer por el país. Esta actitud guiada por intereses oscuros, por la inmunidad de los dominios de clase, ha degradado la base axiológica, sustento irrenunciable de una sociedad que anhela la construcción de un mundo mejor.
¡Cuántos vívidos ejemplos de calidad en el decir y en el obrar nos hace falta¡ ¡Cuánta pulcritud para la gestión púbica se requiere y con urgencia¡ ¡Cuánta mística de trabajo y de entrega a las causas nobles de un pueblo se necesita¡!Cuánta sensibilidad humana y sentido patriótico se demanda con premura para sacar a este país de esta dura situación que estamos atravesando¡ Nos hace falta un baño de sinceridad, de verdad, de honestidad y de humanidad para tener consciencia de que, el servicio a los demás, es la más noble tarea que debe caracterizar a un buen ciudadano y a un político.
Hay que persistir en este afán de conquistar lo que hemos perdido como consecuencia de un vivir hermético, egoísta e individualista. Hay que anteponer el nosotros ente el soberbio yo. Nuestro presente es el recipiente donde se halla depositado la herencia de esos males dejados por aquellos que solo supieron ponerse frente al pretérito, olvidando que la vida no termina en los límites de sus taras mentales y que, tampoco, el poder de los humanos es eterno, sino que continúa dentro de un movimiento autodinámico y en espiral.
Lo cíclico es un principio que rige en la naturaleza y en la sociedad. La sociedad actual solo ha podido aprovechar una pequeña porción de esos patrones morales, culturales y de buen vivir que nos dejaron nuestros antepasados, dejándonos arrastrar por una pesada carga de vicios que nos han obligado a caminar sobre la tarima de la inseguridad, la frustración, el desorden, la inercia, la ineptitud, la avaricia sin escrúpulo y del “sálvese quien pueda”. Qué más ejemplo que el que nos ha dado el Ministro de salud al preocuparse de vacunar solo a su círculo de potentados, dejando al resto a la aventura, demostrando con ello su sello de clase. Hasta hoy, los ecuatorianos vivimos bajo una total incertidumbre ante la incuria del gobierno de no hacer nada por proteger la vida de los ecuatorianos. Hoy mismo, El Centro de Control de Enfermedades y Prevención de los EE.UU. recomienda a los estadounidenses no viajar al Ecuador por el alto riesgo de contagio del covid que se sitúa en el nivel 4, el más alto en contagio, perjudicando duramente al turismo.
Cabalgamos bajo el sendero de una política sin principios, del placer sin conciencia, de la riqueza sin trabajo, de la sabiduría sin carácter, de los negocios sin moral, de la tecnología sin humanidad, lo que nos demuestra a las claras que estamos viviendo la era de la peor indolencia humana.