Eudaimonia de Aristóteles

El tiempo de gracia del que disponemos ahora me hace interrogarme acerca de lo que es un propósito, un objetivo, una meta, un camino para lograr un bienestar pleno. Si alguna vez nos plantemos un propósito de vida personal, ya entendemos que es cosa nada fácil, porque nos lleva a la reflexión profunda e implica comportamientos, actitudes, esfuerzos que deben trabajar simultáneamente.

Para dicho propósito debemos seguir un proceso en el que, primero es necesario como es obvio encontrarlo, segundo hallar un camino adecuado para lograrlo y tercero ejecutarlo. Está claro que, dicho objetivo siempre va estar enfocado a lo positivo para poder alcanzar un nivel de bienestar pleno.

El propósito de vida así mismo nos plantea retos como lo dicen las santas palabras: Dar fruto, hacer buenas obras, es aquí donde se debe considerar los dones y talentos recibidos y prestar atención a la sabiduría externa. Así mismo se hace imperioso reconocer las fortalezas que pueden hacer la tarea más efectiva.

(Aristóteles 384-322 a. C.) Bajo la mirada aristotélica en la búsqueda emprendida por el hombre de su propósito nos lleva a la Eudaimonia mediante el camino de la virtud en la que tiene lugar el desarrollo total del ser humano.

Entendida la eudaimonia como la posibilidad de lograr las mejores condiciones alcanzables, felicidad, virtud, moralidad, y una vida significativa; significado que haría que estas personas como todos con potencial mayúsculo puedan convertirse en mejores seres humanos.
La virtud puede ser considerada una declaración personal, unipersonal o una herramienta para hacer efectivo el camino a la eudaimonia para lo que se debe reflexionar acerca de los objetivos, metas o propósitos individuales y de grupo, lo que nos genera múltiples interrogantes como los que planteo aquí ¿cuál es el propósito de vida del hombre? ¿cuál es el propósito de vida de cada uno de nosotros?

La virtud que plantea Aristóteles de ninguna manera se relaciona con un estado, capacidad o facultad innata, manejada por la pasión o un sentimiento, es más exacto decir que se relaciona de mejor manera con la ejecución de actos que perfeccionan una acción que generan una destreza. El uso de esa virtud debe alcanzar el justo medio que significa hacerlo en la medida apropiada dejando los extremos de lado porque hacerlo en forma deficiente o exagerar es hacer mal uso de la virtud y llevan al individuo al vicio por defecto o exceso.

La ejecución de actos de bondad, serenidad, justicia, valor crean un habitus, genera un hábito de actos bondadosos, serenos, justos, valientes que fortalecen al individuo. La acción y la consideración de los medios que serán usados determinan el fin hacia la tendencia al bien o a lo bueno, que no es otra cosa que hacer uso de lo propio a su esencia.

Aristóteles también diferencia las virtudes en Éticas relacionadas con la perfección de la voluntad y Dianoéticas que perfeccionan la inteligencia. Las virtudes dianoéticas están relacionadas en dos ámbitos, primero con la contingencia que abarca dos elementos fundamentales, la prudencia (frónesis) y arte (tecné), segundo a lo necesario aplicada en la sabiduría(Sofía), inteligencia (nous), ciencia(episteme). Las virtudes dianoéticas son las virtudes de la razón que modulan las virtudes éticas

La felicidad perfecta del hombre debe hacerle efectuar lo propio a su esencia, que está en relación a la virtud, el intelecto y actitud contemplativa. La virtud algo aprendido que se convierte en un hábito que se constituye en una excelencia adquirida a la vida cotidiana. La justicia como ejemplo es el respeto a la ley del estado como es obvio se encuentra implícita en toda virtud en la que no cabe la especulación ni la autarquía o la autosuficiencia transformada en autonomía con apatía hacia a los demás, sino el florecimiento del ser humano.

La sabiduría teorética así adquirida en este proceso aprendido en la virtud fortalece al hombre desde lo variable, inmutable modulada por la razón conduce a la plenitud de la eudaimonia humana. La excelencia, se ha dicho antes, se aleja de ser un evento aleatorio, la excelencia es un camino resultado de la intención, del esfuerzo consciente con ejecución inteligente que representa la sabia elección de muchas alternativas la elección, no el azar determina tu destino.

Expresar nuestro propósito hacer uso del poder de la palabra nos significará evitar perder el horizonte, nos permitirá enfocarnos entre tantas oportunidades y realizarlo en forma sistemática hasta llevar a un nivel por elección, sin el concurso del azar, lo que se constituye en un elemento determinante en el destino D.m.