Amotinamientos carcelarios y crimen organizado

Las cárceles del país convertidas en grandes centros donde se originan operaciones criminales; escuelas del crimen, en las que los recluidos de libertad, se perfeccionan en los mecanismos criminales, para desde esa calidad, liderar y ordenar el cometimiento de los más horrendos crímenes dentro y fuera de las cárceles; ante esta cruda realidad, evidenciada por el asesinato de 80 reclusos en las cárceles de Guayaquil, Cuenca y Latacunga, en cuyos centros de retención se encuentran el 70% de los reclusos del país.

Cinco grupos de mafia disputan el poder, y son los que promueven los enfrentamientos en las cárceles y las masacres más demenciales, ante la pérdida total del control y manejo del gobierno punitivo, que tolera la violencia, las masacres, asesinatos y destrucción material, y que el gobierno no ha implantado procedimientos, planificaciones, esquemas carcelarios, con una negligencia absoluta.

Control territorial, ajuste de cuentas, desplazamientos del narcotráfico son los sistemas preponderantes en los centros de reclusión; la delincuencia, la pobreza de algunos, el hacinamiento general, la falta de higiene total, y la discriminación, son las consecuencias concomitantes a la carencia de un modelo carcelario acorde a la modernidad de rehabilitación, que además priorice la vigencia de los Derechos Humanos, centros en los que controlan los mismos reclusos.

La capacidad máxima de las cárceles del país es la de 20000 reclusos ya actualmente existen más de 30000 personas, con un hacinamiento inhumano, que propende a la contaminación, enfermedades, promiscuidad, desnutrición y una ola de criminalidad, campo propicio para que los reclusos más pobres, presa del sufrimiento y muerte.

El 30% de los reclusos pertenecen al narcotráfico, y si embargo son quienes rigen, mandan, ordenan y controlan las cárceles del país, ante estas inequidades, marginamientos y corrupción del sistema administrativo carcelario, que se suscita por la falta de tecnicismos, preparación, modelo administrativo y corrupción, y una ausencia total de la presencia del Estado, se promueve un caldo de cultivo para que se generen episodios dantescos, como lo ocurrido.

Los gobiernos, globalizados en muchos tiempos transcurridos, han olvidado, descuidado la obligatoriedad de regir social, económica y moral de los centros de rehabilitación, propiciando un hacinamiento espantoso, centros del crimen, del narcotráfico, de explotación y chantaje de quienes las administran, propendiendo a que cuando un reo recobre su libertad, no esté preparado y regenerado para convivir en la sociedad y recaiga inmediatamente al cometimiento de un delito y sea nuevamente recluido, con un inminente y permanente peligro para la sociedad.

Es menester revisar e innovar no solo el sistema carcelario, sino también el sistema judicial, gubernamental y social, que son los involucrados en este aspecto; implantar nuevos sistemas de rehabilitación, implantando el estudio, las habilidades laborales, convivencia social; valores morales, éticos y humanismo; los que dirigen los centros carcelarios deben ser profesionales en administración de grupos sociales humanos, de comportamiento delictivo, psicología humana, etcétera; una reingeniería total del sistema carcelario; la formación de guías carcelarios mediante ,modelos actualizados.

Finalmente combatir el crimen organizado, la corrupción, el tráfico de drogas como responsabilidades de una seguridad jurídica, gubernamental y social.