Economía circular

El modelo tradicional lineal: producir, usar y botar está en declive, la sobre explotación de los recursos y de la fuerza del trabajo, así como el consumo excesivo es insostenible en el presente siglo. Organizaciones, líderes y gobernantes están en busca de un nuevo modelo económico y de vida que, garantice los recursos a las futuras generaciones, así, en el 2015 nace la Agenda 2030.

Reducir, reciclar y rehusar, es un paradigma nuevo que tiene sus raíces en la década del setenta, se profundiza a finales del siglo pasado con la celebración de las cumbres de cambio climático, desde entonces, se han implementado políticas públicas de producción y consumo para mejorar la calidad de vida. “La basura no existe” es su meta.

Reducir, para Valverde y Cano (2007), significa minimizar la emisión de contaminantes incluido los agentes tóxicos, reducir la cantidad de basura, lo que implica consumir y producir solo lo necesario. Disminuir la producción de envolturas, embalajes, productos desechables que pronto se convertirán en basura. Reutilizar es darle nuevo uso a un objeto que presenta buenas condiciones y produce lo mismo. La reutilización repercute en menos tiempo de trabajo, menos cantidad de materia y energía; Reciclar, Oikos (2006), lo concibe como un proceso de reincorporar residuos para la fabricación de nuevos objetos, todo residuo es reciclable, por tanto, al aprovechar la basura que generamos para transformarla como materia prima ahorra la extracción excesiva de recursos y disminuye la contaminación.

La economía circular, por tanto, es un sistema de aprovechamiento donde prima la reducción, la reutilización y el reciclaje, aboga por utilizar la mayor cantidad de materiales biodegradables en la fabricación de bienes de consumo para que al agotarse su vida útil no causen daños medioambientales.

En el paradigma de economía circular garantiza los recursos para la vida futura, su consumo es moderado, ordenado y la producción conlleva procesos de reutilización de recursos, ejemplos tenemos en nuestro entorno local y nacional: modernos procesos de reutilización del agua, hidroeléctricas, energía eólica y solar, clasificación y reciclaje de la basura, todos juntos evitan el desperdicio, abaratan los costos de producción y mejoran el compromiso ciudadano y su calidad de vida.

La Constitución del 2008, Art. 14 reconoce: “el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, Sumak Kawsay. Se declara de interés público la preservación del ambiente, la conservación de los ecosistemas, la biodiversidad y la integridad del patrimonio genético del país, la prevención del daño ambiental y la recuperación de los espacios naturales degradados”.

Debemos insistir y perseverar individual y colectivamente por este nuevo paradigma que fortalece el equilibrio económico, social y ambiental. Cada hogar, cada barrio, cada ciudad, cada centro educativo deben ser fuente de motivación y acción en favor del cuidado y protección de la “casa común”.