Miopía del encierro

Resulta que por situaciones de temor a contagiarnos de la epidemia del momento, hemos entrado en un encierro voluntario, una cuestión de prevención, sin embargo, esto también nos ha achicado la mente, pues nuestra visión ya no es de lejanos mundos, hemos dejado de mirar los sueños con esperanza para mirar solamente las cuatro paredes que encierran ahora nuestra humanidad.

¿Qué sucedió que se nos achico el mundo? Ahora cuenta el espacio íntimo de cada uno. En mi forma ver, yo no pienso mucho en lo maravilloso que estará el clima en la costa, el sol ardiendo y la arena de la playa quemando los pies, claro que no. Estoy pendiente si el cielo está despejado, y apenas veo nubes grises, intento adivinar a qué hora caerá el aguacero. Tengo que ser precisa para poner la ropa del tendedero a buen recaudo, más ahora que hay cortes de agua, por las lluvias que han dañado las plantas de tratamiento del líquido vital, y aunque los obreros municipales trabajen noche y día, no repararán los daños tan fácilmente, así la estrechez sigue haciéndose más angosta.

Mientras colocaba la ropa limpia en el planchador, olvidé que puse la leche a calentar y solamente lo recordé cuando el humo se hizo evidente por toda la casa. Nada mejor para quitarme el peso de conciencia de una olla quemada, que ponerla rápidamente a brillar con estropajo. En medio de todo esto, a nadie le gusta la idea de arriesgarse demasiado, ni pensar en salir, peor, visitar.

Mientras tanto, el empequeñecimiento mental hace de las suyas. Ya no tenemos ese sentido universalista, ya no queremos hacer cosas en grande, como aprovechar el feriado de Semana Santa para explorar el mundo, visitar el archipiélago, o quien sabe el Amazonas, para ver posibilidades de emprender. Entonces veo que la pandemia también nos achica y experimentamos miopía del mundo.

Mis amigos que viven en España e Inglaterra, dicen que están más seguros en sus casas, por acá, todo paso dado es un riesgo, y mucha gente está muriendo, los medios de comunicación han dejado de contarnos como se controla el virus en otros países, porque es más interesante mirar con lupa el metro cuadrado en donde pisamos, que mirar más allá de los tres metros, pues, ya se ve borroso, nos hemos acostumbrado a ver lo que está próximo a las narices.

Así, vamos ya por el año de vivir el encierro con resignación, y aunque esto nos ha salvado la vida, nadie garantiza que nos salve la vista. La miopía del encierro conlleva no ver las soluciones, no convertir el problema en oportunidad, no poner a funcionar la creatividad. Esto es un empequeñecimiento mental que este tiempo impone. Y aunque para algunos de mis lectores, esto solo es metafórico, yo les aseguro que antes de la pandemia, veía con mayor claridad.