Un sacerdote ejemplar

El sacerdote jesuita José Luis Caravias está viviendo la Pascua con el buen Padre Dios, luego de una vida comprometida con el pueblo especialmente con los campesinos.

De origen español, nacido en Andalucía a fines de 1935. Es ordenado sacerdote el 14 de julio de 1967.

Su vocación misionera lo lleva a Paraguay, en 1969, trabaja primero como sacerdote-campesino, luego como encargado de la formación campesina dentro de las Ligas Agrarias y por fin como asesor nacional de las Ligas Agrarias Cristianas, nombrado en asamblea, hasta que la policía lo expulsa a Argentina.

En Argentina organiza en “Equipo Monte” para trabajar con los campesinos. Sin embargo, tiene que salir de la zona debido a las amenazas de los hacendados y de la policía, va a Buenos Aires y se dedica a redactar los libros “Cristo nuestra esperanza” y “Consagrados a Cristo en los pobres”. Pastoralmente trabaja en los barrios periféricos donde viven los paraguayos. Pero después el P. Provincial de Argentina le pidió salir inmediatamente del país, pues tenía noticias de que la “Triple A” había decretado su muerte.

Llega a Ecuador en busca de Monseñor Proaño, como el mismo padre José Luis Caravias lo relata: “Desde Guayaquil me dirigí derecho a Riobamba. Allá fui en taxi a la casa de los jesuitas, pues sabía que la residencia del obispo estaba lejos. Y mi crisis se agravó. Aquellos “compañeros” hicieron lo imposible por convencerme de que no valía la pena visitar a aquel obispo “comunista”.

Triste, medio a escondidas, pedí a un taxista que me llevara a casa de “taita obispito”. El dueño de aquel “carro” destartalado puso cara de complacencia al conocer el destino. Me habló muy bien de su “taiticu”. El panorama comenzaba a aclararse. El obispo, embutido en su poncho blanco y gris, con un sombrerito de fieltro de ala estrecha, al estilo de los puruháes, me recibió con una ternura inmensa. Su sonrisa suave me hacía sentir en familia. Me devolvió la paz. Sus ojos me acariciaban. Ahora era en la figura de un obispo donde se me presentaba Jesús, dándome seguridad. Casi al comienzo de nuestra conversa, al enterarse de dónde venía, me dijo que él tenía un escrito paraguayo sobre pastoral campesina, no sabía de qué autor, que había mandado editar en su diócesis, y quería que todos sus agentes pastorales fueran por un camino semejante. Ante mi cara de admiración, enseguida se levantó para traérmelo. No tenía yo ni idea de quién pudiera ser el escrito. Se trataba de una edición mimeografiada con el nombre de “Experiencias campesinas en el Paraguay”, fechado en 1973, sin nombre de autor. ¡Era un escrito mío! Justo aquél que un obispo paraguayo había afirmado que se trataba de un escrito marxista que jamás un obispo católico podría apoyar. Monseñor Leonidas Proaño curó mi complejo de hereje.”

En busca de un lugar para realizar su trabajo pastoral viajó a varios lugares donde trabajaban los jesuitas, pero en todos le recibían con cariño, pero le decían “estás muy fichado, busca otro lugar”. Así viajó por Perú, Colombia y Venezuela. Al final tuvo que regresar a España, donde finalmente el Padre General de los jesuitas, el Padre Pedro Arrupe lo destinó a Ecuador y trabajó en la Diócesis del Azuay.

El padre José Luis Caravias publicó al menos 30 libros sobre espiritualidad durante los últimos años.