¡La cultura del irrespeto!

De un tiempo a esta parte, la humanidad ha ido perdiendo paulatinamente el respeto por bienes y personas. No se explica de otra manera la serie de iniquidades e injusticias en que ha caído el mundo en estos días, épocas de turbulencias nunca antes vistas.  Por ello es sorprendente en pleno siglo 21 cuando se supone que los hombres deberían tener un alto nivel de evolución en todos los sentidos. Pero lamentablemente a cada instante somos mudos e impotentes testigos de todo lo contrario y esto nos sumerge en un profundo desaliento.

La cultura del irrespeto, extiende peligrosamente sus tentáculos a todas las esferas sociales, como generacionales de nuestro entorno, pues la encontramos en las más rancias aristocracias, como en los niveles sociales más bajos. Se manifiesta de múltiples maneras, en los estratos altos, con abuso de poder e influencias mal utilizadas para satisfacer intereses personales o de grupos privilegiados, irrespetando de esta forma el derecho de los demás para acceder a puestos de asensos por méritos propios.

Otros sectores le faltan el respeto a la naturaleza, contaminando todo lo que se pone en frente de ellos sin ningún empacho por las generaciones que vendrán después de la nuestra, este irrespeto se origina en la llamada célula básica de la sociedad, la familia. Por eso nos va como nos va, con un nivel de degradación que nos estremece de pies a cabeza, sin que tengamos visos claros de solución, la delincuencia crece alarmantemente, ni siquiera se respeta la vida, ya que por quítame esta paja se asesina a sangre fría y los sicarios ofrecen sus servicios en la red como si nada, y ponen a gusto del cliente modos y formas de quitar la vida por módicos precios aptos para todo bolsillo. A bordo de una moto van regando de sangre y de llanto el país entero faltando el respeto al sagrado legado de Dios plasmado en la existencia.

En esta pandemia, hemos visto con asombro como no se respeta el dolor ajeno, y lo más inaudito, ni el dolor propio, se falta a las normas de bioseguridad de forma agresiva e increíble, el número exagerado de fiestas clandestinas así lo demuestran. No se usa la mascarilla, las aglomeraciones son pan de cada día, y los bebedores en sectores públicos en cada confinamiento, aumentan escandalosamente. Todo lo señalado a sabiendas de que no solo ponen en riesgo su seguridad, sino las de sus propios seres queridos.    

En cuanto a la naturaleza hace rato ya nos empezó a pasar factura de manera dolorosa por tanto salvaje maltrato a la que la hemos sometido, depredando, arrasando y acabando con muchas especies que han desaparecido del planeta por obra y gracia de la mano del hombre. Y qué decir de la desmedida ansia de poderío bélico lo que genera un gran número de bases nucleares dispersas por todo el orbe. Propensas en cualquier momento a salirse fuera de control y propiciar tragedias de magnitud como la ocurrida en Chernobyl en 1986 y la que puede pasar hoy en Japón,

Simplemente se ha perdido la noción del respeto, políticos festinan bienes públicos sin escrúpulos la decencia   amenaza con extinguirse, y eso es patético detengamos la cultura del irrespeto de no hacerlo las consecuencias serán fatales.