Pandemia ambiental

Con responsabilidad e higiene personal, restricciones gubernamentales, medidas de bioseguridad, desarrollo de biotecnología y con la vacunación masiva, seguimos enfrentado la pandemia más grave de los últimos 100 años, sin embargo, hay una pandemia más grave, la pandemia ambiental, reflejada en el calentamiento global y sus manifestaciones climáticas variables, con niveles de frío y calor nunca antes vistos. A la pandemia del covid la vamos superando, más la ambiental es irreversible.

Las cifras son escalofriantes, al 2019, entre el 5 al 15% del total del consumo de energía de los hogares proviene de dispositivos inactivos mientras dormimos: teléfonos, computadores, televisores, 33,3% de la comida producida para consumo humano cada año (1.300 millones de toneladas) se pierde o desperdicia y entre 20 a 1.000 años pueden tardar en descomponerse las bolsas plásticas no biodegradables que terminan en el océano. Señalo estas cifras porque son acciones y omisiones que están bajo responsabilidad personal y toma de conciencia ambiental. Bien podríamos desconectar los equipos electrónicos para ahorrar energía, en la alimentación, si solo usáramos el 25% de la comida desperdiciada se podría alimentar a 800 millones de personas que viven con hambre; y, si dejásemos de usas fundas y envases plásticos de un solo uso evitaríamos la contaminación de los mares y la consecuente muerte de especies marinas.

El pacto global y el Objetivo del Desarrollo Sostenible (ODS) No 9, “plantea mejorar la infraestructura y reajustar las industrias para que sean sostenibles, usando los recursos con mayor eficacia y promoviendo la adopción de tecnologías y procesos industriales limpios y ambientalmente racionales, y logrando que todos los países adopten medidas de acuerdo con sus capacidades”. El llamado es para todos los países y ciudadanos a elevar la toma conciencia ambiental para mejorar la calidad de vida protegiendo los derechos de la naturaleza.

Ante esta realidad, el modelo de vida predominante de comprar, usar y botar está produciendo enormes impactos en el planeta, los expertos, sostienen que al producir una sola bolsa de plástico se emiten 33 gramos de CO2e, cifra variable, según el proceso industrial que se emplee.

¿Qué hacer entonces? Es el momento histórico de pasar de una economía lineal a una circular. Reducir, reciclar y reutilizar ya no son suficientes, es necesario ampliar la base. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) al define a la economía circular “como una estrategia que busca reducir el uso de recursos en su producción; extender su vida útil; maximizar su uso; asegurar una disposición final adecuada donde se priorice la recuperación de materiales y, cuando se puede, su reaprovechamiento. O en palabras sencillas, las 7R: reducir, reutilizar, reciclar reparar, rediseñar, renovar y recuperar”.

Es el momento en esta “transición ecológica” propuesta por el gobierno y con la nueva ley de producción incentivar a ciudadanos y, empresarios a abrir las puertas a una economía circular y consumo ambientalmente responsable.