El mejor entrenamiento para desarrollar una vida intelectual sana, dinámica y antropo-ética, sobre todo que sirva para contribuir al desarrollo científico, humanístico, cultural, socio-educativo y estético ecológico, radica, así de fácil, pero también de un alto compromiso disciplinario, de vocación, de tesón y con la pasión que debe caracterizarle a la cognición de cada intelectual, fundamentalmente, en la entrega absoluta, diaria y aunque convencional, para dinamizar la vida en su múltiples facetas, de leer y leer mucho, pero seleccionando lo que en efecto, dentro de tanta información que hoy contiene Internet y las bibliotecas que aún, y espero que para siempre, una amplia trayectoria de talento humano que, en millones de páginas en todo el mundo, reposan y esperan de un buen lector para que procese esa información y le dé el componente axiológico que ese intelectual necesita para conformar su propio pensamiento a través de un adecuado componente metalingüístico que le permita comunicarse con la comunidad profesional y social a la cual pertenece.
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