Este mundo lamentablemente está dominado por las apariencias de todo orden, por eso nos hemos penosamente acostumbrado a utilizar máscaras o caretas de cualquier tipo y para toda ocasión. A menudo, usamos gran variedad de disfraces de acuerdo a las circunstancias que se nos presenten, tenemos una para la familia, otra para los vecinos, una distinta para los compañeros de trabajo, otra para la novia o novio. Detallar cada pose o actitud que tenemos ante cada acontecimiento que nos ocurre en la vida sería muy largo y cansado.
Estas apariencias por las que tenemos obligadamente que guiarnos, muchas veces nos inducen a cometer graves errores e injusticias de las que nos arrepentimos cuando es demasiado tarde, y eso si nos damos cuenta de la verdad, sino, toma vigencia aquello de morirás engañado. Por este motivo, los candidatos nos timan en cada proceso electoral, simulando en la mayoría de casos sus verdaderas intenciones personalistas de apoderarse de los recursos del pueblo, que creyó ingenuamente en lo que aparentaban y nunca fueron, porque se camuflaron muy bien detrás de un traje de marca, de un perfume francés, y de un discurso que luego nos percatamos, de que había sido mentiroso y embustero.
Las apariencias están en todos los escenarios de nuestro vivir, las encontramos en las relaciones de pareja cuando un enamorado, o enamorada, fingen un sentimiento que jamás tuvieron, que ocultaban otras cosas que nada tienen que ver con el amor, destruyendo al más débil de los dos, que sí sentía lo que decía.
Cada vez se torna más complicado encontrar a un ser humano realmente auténtico todos tenemos algo escondido, y no precisamente algo bueno. Así es amigos vivimos en un mundo colmado de apariencias, somos parte de una sociedad consumista y superficial donde la imagen predomina por encima de lo profundo y lo esencial, donde algunos jóvenes aparentan un gusto por una música que ni siquiera entienden solo por sentirse incluidos en su círculo de amigos ¡No siempre tan recomendables que digamos! Las apariencias engañan, no siempre todo lo que brilla es oro, ni todo lo que huele mal es estiércol. Muchas veces un cuerpo escultural esconde un alma podrida, o un rostro no tan atractivo nos deja ver un alma acrisolada
Hay gente que cuida demasiado las apariencias tanto así que son capaces de hacer los más grandes sacrificios con tal de protegerse del que dirán, mujeres que hacen gala de una pureza que no tienen, llegando incluso a someterse a costosas cirugías que les otorgan una castidad simulada. Hay otras personas que dedican sus más grandes esfuerzos a adquirir ropa de marca, convencidos de que realzarán su presencia física ignorando, que, “El mono, aunque se vista de seda mono se queda”.
Las apariencias están al orden del día, nadie, absolutamente nadie, podemos decir que hemos escapado de ellas. No sabemos si los senos prominentes que algunas damas lucen, son originales o de pura silicona. Pero, aspiro que todavía quedan individuos, de los que hablaba Alberto Cortez cuando decía que, “Hay personas que tienen alta la frente y tienen brillando el alma, que cuando tienen un pecado, se les nota en la mirada, que beben el vino por vino y toman el agua por agua. De verdad, espero que sea así.