Para definir a la verdadera democracia existen dos maneras distintas de entenderla: una como forma de gobierno y otra como forma de vida que abarca distintas esferas como: sociales, económicas, políticas, económicas, educativas, etc… La primera surge en la Grecia Clásica. Tanto Platón como Aristóteles elaboraron teorías sobre las formas de gobierno que distinguieron según en quien recayera el poder. La segunda concepción adquirió cierta importancia en las últimas décadas del siglo XX. Esta corriente cree que la democracia no es sólo política, sino que debe llevársela a la empresa a la escuela, a la comunidad, entre otras Abran LINCOLN, define a la democracia como el sistema político en que el poder pertenece al pueblo, es ejercido por el pueblo y tiene como fin esencial el bien del pueblo. Para que todo esto sea posible, es preciso: que el pueblo reúna las condiciones precisas para ejercer el poder; que se establezcan las técnicas necesarias para que el pueblo pueda ejercer el poder; que existan los cauces indispensables para que el poder no se desvíe de su norte esencial, . La verdad es que el bien común del pueblo es el fin que debe perseguir todo buen gobierno, porque en la democracia verdadera no hay otra legitimación, ni justificación del poder. El poder del pueblo es un problema de esencia; es tema de orden técnico y organizativo, se trata de un problema de virtud y de bondad política; es un problema eterno, y todos debemos realizar un esfuerzo del pensamiento universal para hallar la perfección política. La verdadera democracia exige un adecuado clima de libertad y de igualdad, junto con importantes dosis de civismo, de tolerancia, de respeto y de usos constitucionales. La mejor forma de asegurar esta responsabilidad es mediante el imperio de la Constitución y la ley que el pueblo se da a sí mismo. No basta la promulgación de una Constitución de apariencia democrática; es preciso que dicha Constitución se enraíce en la entraña del pueblo y la haga suya mediante un comportamiento ajustado a los principios y condicionamientos expuestos. La democracia verdadera exige importantes condicionamientos sociales y culturales, además de sustanciales hábitos políticos, que deben ser sentidos y vividos por todo un pueblo. Democracia es un concepto político, aplicado a distintas esferas de lo social. No es algo terminado, que está allá afuera, y que una vez conseguido todo estará bien; no es una panacea, sino que la construimos y perfeccionamos día a día. La democracia va mucho más allá. Trata no sólo de cómo se elige un gobierno sino de cómo se gobierna y, sobre todo, para quién se gobierna. Significa que se gobierne para beneficio del pueblo bajo concepciones de justicia y equidad. La democracia sólo puede florecer dentro de un Estado de Derecho a través de la ley, así como las libertades básicas, sean iguales para todos, y que procure la distribución de la riqueza y de los empleos a través de mecanismos eficaces que mitiguen las desigualdades naturales y sociales. Requiere reglas claras y precisión de los distintos niveles de consenso y ámbito para establecer la correcta relación entre mayoría y minorías. La democracia defiende la igualdad de oportunidades, beneficia a los más vulnerables, reconoce el mérito, exige la rendición de cuentas y establece la compensación. Implica alternancia en el poder; remoción pacífica de los gobernantes; prohibición del mandato imperativo; transparencia en el ejercicio del poder; descentralización; pluralismo razonable; amplia tolerancia; debate público frecuente y canales de expresión de la voluntad general. La democracia exige mecanismos de control de la persona sobre el gobernante. La verdadera democracia es el conjunto relacionado de todos estos elementos. Sólo así podremos hablar de verdadera democracia.