La provincia de Loja, antes de 1957, se extendía de norte a sur desde los caudales de los ríos Jubones y Puyango hasta Macará. Su cauce inicial era el río Espíndola y Calvas, desde el Este y Oeste, empezando en las cordilleras zamoranas hasta llegar a tierras orenses y la cordillera de Culebra, que limita con el Perú.
Con la aparición de la codillera oriental del Cóndor, el área provincial fue marcada, en su lado Este, por descensos venidos desde el Nudo de Guagrahuma y de Acacana y no, como se creía, por la Cordillera Oriental de la Escalera Andina.
Los otros vértices limítrofes lo constituyen las provincias del Azuay, El Oro, Zamora Chinchipe y, al sur, el Perú. También aparece la Cordillera Oriental sobre el río Cenepa y la certificación de la formación lacustre de los valles de Loja, Piscobamba, Malacatos, Catamayo y Vilcabamba; valles compuestos de rocas arcillosas y que en su seno se conservan fósiles como prueba de la existencia de dicotiledóneas y caracoles.
Al iniciarse el periodo republicano, se enmarcó a la provincia de Loja entre los ríos Jubones, Tumbes, Macará, Santiago y Chinchipe. Una demarcación equivocada ya que, en la época colonial, la Provincia de Loja llegaba al Pacífico y por sus gobernaciones de Jaén y Mainas, hasta el Atlántico, por las aguas del Marañón. La República demarcó el área provincial incluyendo el asentamiento minero de Zaruma, Santa Rosa, Puerto Jelí, las extensas zonas de Zamora, Yacuambi, Zumba, cedidas para formar la hoy provincia de Zamora Chinchipe. Además, el Gobierno Federal creó el cantón Santa Rosa de Machala.
En el Norte, Oña fue una desmembración. El vil convenio denominado Tratado de Río de Janeiro perjudicó a la Provincia de Loja en las importantes tierras de la Cordillera de la Culebra, Cerro de la Mesa y los extensos valles de la jurisdicción parroquial de Cazadero.
El conjunto provincial presenta una naturaleza que crea y no es creada, que constituye los valles que fueron lagos y muchos suelos ribereños formados por las crecientes; la que es creada y crea, que está en las mesetas, pequeñas planicies de las estribaciones y las zonas boscosas; la que es creada y no crea, que está en algunos eriales y areniscas zapotillanas, de Mangaurco y Pillares, y en los páramos de Arcos y Corredores, lindantes con la provincia de El Oro; y, aquella que ni crea ni es creada, que está en las cúspides rocosas de los volcanes apagados, en sus declives abruptos y en las bases de la elevaciones que un día fueron activos volcanes y cuyos productos eruptivos se han petrificado: cordilleras de Guagrahuma, Fierrourco, Guaguaparishca, Colambo, Acacana, Guichingue y Guanchuro.
En la Provincia de Loja terminan las paralelas cordilleras andinas y sus grandiosos nudos. Abismos en todas partes; abismos obsesionantes que infunden pavor y misterio a los caminantes. Chiriculapo, abismo con osamentas humanas, El Chiro, abismo celicano con acerado corte trágico, Puntepiedra, abajo, vacío, derrumbo, arriba relámpagos y truenos: abajo, ambiente de muerte.