Benjamín Pinza Suárez
Según el Índice Global de Crimen Organizado, el Ecuador se ha convertido en el segundo país de mayor criminalidad en América del Sur, solo superado por Brasil. El analista social, Luis Córdova, con gráficos y datos estadísticos en mano, explica el proceso evolutivo de la violencia criminal que ha registrado el país en estos últimos años. De acuerdo a esos indicadores, la tasa de homicidios en el Ecuador decreció en el período 2008 al 2017 y luego, desde el 2018 al 2022 comienza a crecer por falta de políticas de seguridad ciudadana y de estrategias de prevención social. El analista social sostiene que nos llenan de mitos como el mito de hacernos creer que cuando estuvo la Base de Manta en el Ecuador, no había crímenes, cuando en realidad fue en ese período donde más se incrementó la criminalidad.
En el 2020- año marcado por la pandemia- la tasa de muertes violentas pasó de 6,8 a 7,7 por cada 100 mil habitantes. Para la Organización de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, ONUDC, el principal indicador para medir el nivel de violencia y criminalidad en un país, es la tasa de muertes violentas. En base a ello se registra un gran aumento de la tasa de homicidios en el Ecuador entre el 2021 y el 2022. No hay duda que la delincuencia y la violencia se generan por la reducción del crecimiento económico y por el aumento de la pobreza y de la extrema pobreza. El crimen organizado constituye un grave problema social con pérdidas de vidas humanas y con una fuerte afectación a la actividad económica y a la calidad de vida de la población. Ante estas circunstancias, la ola de despidos de empleados y trabajadores de las instituciones, es una locura que genera más angustia y desesperación en los hogares y promueve la delincuencia.
En el Ecuador, los delitos de mayor incidencia son el narcotráfico, los asesinatos, los femicidios, los robos, los asaltos, afectando la vida de las personas y la propiedad pública y privada. El diario “El País” de España, refiriéndose a la delincuencia en el Ecuador destaca que “Las balas ya no distinguen entre víctimas de ajustes de cuentas y de ciudadanos comunes y corrientes que cruzan por la calle”. Por su parte Pablo Arosemena afirma que “lo que está viviendo hoy nuestro país, es lo que vivía Colombia en los años 80 y 90. El panorama de inseguridad que estamos viviendo es muy preocupante, máxime cuando son 5 millones 220 mil ecuatorianos los que se encuentran viviendo en la pobreza y extrema pobreza y, sólo 3 de cada 10 personas tienen empleo, lo cual refleja la escalofriante escalada de violencia
Hace falta y con urgencia la implementación de políticas de seguridad integral que garanticen y protejan los derechos humanos, el derecho a la vida, el derecho al trabajo, la aplicación de una correcta justicia, de un buen ejercicio democrático y eficientes políticas de prevención que promueva una sociedad para el bienestar y desarrollo integral, que haga efectivos los derechos ciudadanos, el pluralismo cultural, político y social, que permita la convivencia entre las personas y que promueva una cultura de paz. No olvidemos que los países que tienen buenas prácticas de políticas de seguridad integral, son los lugares más preferidos para vivir tranquilamente y para fomentar y desarrollar el turismo a gran escala.