¿Dolidos y estancados?

Sandra Beatriz Ludeña

No es desconocida la emoción de sentirse atrapados.  Momentos en la vida, en la que estamos paralizados. Hasta los árboles podrían describir lo que es sentir que nos acurruca la tristeza, cual pájaros con corazón roto.  Por supuesto, estar así, no es agradable.

La bruma es demasiado pesada y abate, ese dolor nos impide tener la energía que la vida requiere para darle un impulso positivo y salir del paso.  Una sensación de ese nivel, vivida por largo tiempo podría hacernos perder el deseo de seguir. 

Las razones que nos llevan a este tipo de emoción son múltiples, podría ser que se convive en ambientes tóxicos, en trabajos que no nos hacen felices, tareas monótonas, con salarios reducidos.  Otros, por vivir la expectativa de amor desde lo externo, esperando ser apreciados por pareja, familia, amigos, y al no recibirlo, sentirnos frustrados.

Son variadas las causas que nos mandan al bache, pero, la forma cómo enfrentamos esa emoción de estar parados, es la clave.  Y por esto hay que analizar, que la emoción proviene de sentir que la vida debería ser diferente de lo que es.  Ese pinchazo que oprime el pecho, es la distancia que hay entre lo que se desea ser y lo que se es.  O quizá, la brecha entre lo que ocurre y que deseo que ocurriera.

Este tipo de insatisfacciones vitales están de moda.  No es raro irse de bajón, si el vecino compró automóvil y nosotros ni siquiera podemos soñarlo.  Y ese es el punto de inflexión, cuando debemos tomar el control, porque dejar que la frustración domine, sin ser capaces de encontrar la vía de salida, es ir al tacho de la depresión.

La gente camina inconscientemente por las calles, ávida de solucionar sus dolores, que tienen que ver directamente con sentirse estáticos: no amados, poco valorados, empobrecidos. En aquellos hay vacío y la autoestima está agonizante.

El reloj de la plaza, no ha parado de dar sus campanadas que anuncian los cambios de hora, la pandemia y la monotonía nos podría condenar a ser infelices.  Mas, depende de aprender a identificar las sensaciones. 

Los estilos de vida, amplifican este tipo de emociones dolorosas.  Como bien los apunta el filósofo Byung-Chul Han, en la sociedad del cansancio, que nos lleva a auto explotarnos y a la vez, nos conduce a una sensación de fatiga existencial permanente.

¿Qué hacer?  Yo diría que hay que rendirse, cuando la emoción llega, enfrentarla, sin resistencia, lo peor sería, debatirnos en los: “debería”, “tengo que” y otros de ese tipo.  Rendirse, es dejar que la emoción pase tranquilamente y, empezar a agradecer, ser consciente de lo que hay  y nos ofrece ciertas comodidades.  Agradecer a nuestra divinidad, nos hace salir de la frustración y nos abre la oportunidad.  La solución a los problemas está en aprender a sentir y para eso, buscar acompañamiento.