Augusto Costa Zabaleta
Escribir, esa noble misión que se germina elocuentemente y, que vitaliza la serenidad del espíritu, porque pensar se torna en la más fecunda función de la vida y, más réditos al plasmar esos pensamientos a la dignificante tarea y destino de escribirlos, para el testimonio genuino de la posteridad, enorgulleciendo el espíritu; por que escribir es un acto de genialidad, de visión y de elevación, que vislumbra los anhelos y penalidades de los seres; los enigmas de la existencia y los senderos por los que camina la humanidad; escribir constituye edificar un puente de enlace universal; es tejer una cadena, cuyos eslabones se concatenan y trasmiten a todos los seres humanos documentalmente, el intelecto, el conocimiento y la sabiduría, perennizándolos y eternizándolos en el tiempo y el espacio.
Impregnar imperecederamente tópicos fundamentales como: el alfa y el omega como principio y fin de todo lo existente; el génesis del origen y creación del mundo; la evolución como desarrollo y transformación de todo lo existente; la panacea como el medicamento universal y, la Piedra Filosofal que traduce los enigmas más recónditos mediante la alquimia; el Holocausto, los crímenes demenciales perpetrados por el monstro apocalíptico Hitler; el Big Bang, evento singular que ordenó las fuerzas del universo; los novísimos descubrimientos de la ciencia y la técnica; de los hechos históricos, políticos, económicos y sociales, etc., interpretándolos con mesura, veracidad y ética, porque cada documento se torna en un monumento a la cultura y en una fuente de sabia inagotable.
Esta misión tan fecunda de escribir, que patetiza y origina a raudales satisfacciones imperecederas; que imprime moral, profesionalismo, veracidad y servicio, lejos de la vanidad y el egoísmo, es el orientador certero, el maestro cuyo talento le pertenece a todo el mundo y su corazón es el péndulo de justicia y libertad; es el estandarte de la claridad, de carácter elevado que se calla cuando su obra comienza a hablar, con una compenetración excepcional y pasión indestructible; que busca su recompensa solo en el placer de su trabajo y que permanece indiferente a la incomprensión, a la ingratitud y a la persecución, con la sola esperanza de que sus palabras sean leídas y de que la posteridad significara el mayor testimonio, ese es el mejor galardón; rectificar equivocaciones, encontrarle sentido a la vida, que es más importante que explorar lo desconocido; porque el éxito no es una puerta abierta de libre acceso, es una escalera cuyos peldaños son vivencias entrañables.