Universo eterno

Augusto Costa Zabaleta

El prodigio ecuánime de la existencia, perpetuada en el sabio ordenamiento del universo, protagonizada por la exactitud sublimizada de las magistrales leyes eternas, de las inmensurables instancias, del tiempo milenario, del espacio sideral y de la armónica correlación estructural de los elementos naturales que afloran, germinan y perduran para el enigma inmensurable del milagro de la vida.

Así se iniciaba, se ordenaba y se consumaba el principio de la constelación universal, de los millones de galaxias, de la luz estelar, de los planetas y de un reguero infinito de estrellas, con los destellos deslumbrantes y el fragor descomunal del Big-Bang; acaecido hace 14 mil millones de años con el eco ensordecedor y la luz enceguecedora de los fulminantes rayos que cruzaban el horizonte cual saetas veloces, anunciando un nuevo ordenamiento universal.

Los mares anecdóticos y profundos, embravecidos y rugientes, casi exhaustos, preconizaban afanosos la búsqueda de sus lechos, para perennizarse con sosiego de por siempre en los tiempos sin fin, y así dejar en libertad y potestad los escarpados nevados de nieves eternas; las vírgenes selvas con su susurrar impetuoso y los verdes pastizales, alfombras de meditación y ensueño.

Los ríos caudalosos y serpenteantes, turbulentos y con furor indescriptible, atropellaban desbastando rocas y palizadas, para por fin descansar ya desvalidos en el lecho eterno de los mares.

El planeta Tierra, elegido de entre una infinidad, para toda una posteridad, hermoso y de reiterativa begnidad, como el planeta rey del Universo, apoteósicamente en el emergería y se plasmaría el germen de la vida, y se consolidaría en la cuna de la humanidad; planeta dotado de hechizo angelical prodigioso edén de exuberantes paraísos terrenales, aflorantes especies y cautivantes, convertida en el germen vivificante de una flora y fauna descomunales, que revelan y brindan pleitesía a la obra magna de la creación.

UNIVERSO ETERNO II PARTE

Por: Lcdo. Augusto Costa Zabaleta

Planeta de realidades intangibles, de eras milenarias y espacios incongeturables; de inmemorables y trascendentales acontecimientos; de congruentes y sintomáticas evoluciones; de históricas y progresivas generaciones, en sus rocas de granito, van impregnándose las odiseas protagonizadas por la pujanza creadora de los huéspedes de vuestra hospitalidad.

En el Genesis de la existencia, en el Alfa y Omega de lo creado, radica el agnosticismo de principios y verdades, se han diversificado y cada vez se proliferan más las corrientes filosóficas que entrañan la creación del universo y referente al autor del mismo y al principio de la existencia, corrientes con caracteres enfáticos en sus aseveraciones y penetrantes en sus prácticas, sin que ninguna hasta la actualidad haya culminado finalmente con absoluta certeza de principios inequívocos que satisfagan el poder cognoscitivo del hombre, cada cual propugna y enfatiza con énfasis sus principio, desde los albores de la civilización, hasta la era actual de la cibernética; es la historia testigo fidedigno de los acontecimientos y archivos fehacientes del comportamiento humano y nos narra con veracidad sus facetas.

Mentes iluminadas compenetradas lucidamente en el cosmos, nos aseveren que el Big-Bang, que significa la explosión de la materia y la energía, y el ordenamiento universal, ocurrió hace 14 mil millones de años; la creación del planeta tierra hace 4 mil quinientos millones de años y el advenimiento del ser humano hace 4 mil millones de años.

Los investigadores de la creación del Universo y de las leyes de la naturaleza, en el cenit de la ciencia, como los clásicos: Sócrates, Platón y Aristóteles.   

Lcdo. Augusto Costa Zabaleta

Ced. # 1100310455

UNIVERSO ETERNO III PARTE

Por: Lcdo. Augusto Costa Zabaleta

En la edad media: Kepler, Galileo, Rene Descartes y Newton y en la actualidad Leonard Mlodinow, Stephen Hanking  y James Lovelock, entre otros, nos dan fe de sus investigaciones y propugnan el descubrimiento de la verdad del origen, esencia y estructura del Universo.

Inexorablemente han transcurrido miles de millones de años, varias eras, y la naturaleza prodiga nos ha cobijado con anhelo, y a veces fatídicamente ha desencadenado huracanes, terremotos y otros azotes flagelando a la humanidad, como una advertencia sabia del peligro inminente que sobrevendría, si la impiedad y el ultraje consuetudinario y aberrante de los hombres en contra de la naturaleza se continúa propinando con desenfreno e irresponsabilidad; así se defienden vertiginosamente los elementos naturales a los que con virulencia atacamos, a la esencia, a la misión sagrada y a la noble actitud del Universo.

Hablar, interpretar, descifrar y vaticinar del apocalipsis, es pretender y vanagloriarse de haber desentrañado virtualmente todos los enigmas de la existencia, cuando al contrario y adversamente, el descubrimiento de un enigma de esta envergadura, entraña un raudal incalculable de aspectos y realidades insondables, es decir las leyes que rigen la constelación universal, sus estructuras y su existencia, aún son tópicos  ajenos a nuestros valores cognoscitivos endebles, temas velados y tabús característicos de incógnitas incólumes tan inmensurables; el universo, a pesar de develar sus abismales y agónicos embates, emerge y surge como el ave fénix de entre el dolor, la angustia y la zozobra de la ingratitud humana, que agónicamente se olvidaron de ser los vigías de la integridad de nuestro planeta y más bien hemos asumido caracteres obsesivos, frustrantes y volátiles y contumaces trasgresores de la existencia del universo eterno.  

Lcdo. Augusto Costa Zabaleta

Ced. # 1100310455