La segunda independencia

Campos Ortega Romero

La historia de nuestro país, registra que El primer Grito de la Independencia se realizó el 10 de agosto de 1809, que fue acallado por los españoles al retomar el poder tras cruentos ataques a los patriotas. El 24 de mayo de 1822 se asegura la independencia con la Batalla de Pichincha, donde fuerzas grancolombianas lideradas por Antonio José de Sucre derrotaron al ejército español comandado por Melchor Aymerich.

Así se inicia una nueva época con una débil “democracia”, sin embargo, empiezan a aparecer amenazas que inscriben aciagas historias por algunos nefastos gobiernos, el advenimiento de dictaduras y el descontento de las mayorías que siguen padeciendo el dominio de élites y demagogos que a su turno ofrecieron al país sacarle de la pobreza y tener un mejor vivir. Empero, ahora más que nunca campean las desilusiones y descontentos que se incrementan ante los fracasos reiterados de los poderes del Estado y de manera especial del Ejecutivo que este 24 de mayo cumple un año en sus funciones. el pueblo desilusionado, donde el conglomerado social, siente que ha sido defraudado, a tal punto que ya no cree en nadie, anhela un cambio social donde se cumplan sus anhelos y aspiraciones, piensa y habla de una SEGUNDA INDEPENDENCIA.

Al respecto el filosofo argentino, Arturo A. Roing, manifiesta: “Es necesario aclarar que el hecho denominado «Independencia», asimismo como el de «Emancipación», no fueron asuntos puntuales tal como se los narra a los niños en las escuelas, sino un proceso que, ahora lo vemos con claridad, es tarea permanente y mucho más compleja que la que presentan las historias oficiales. Asimismo es necesario diferenciar entre los conceptos de «independencia» y «emancipación», tal como anticipamos, en cuantos actos complementarios que no se suponen necesariamente. En efecto logramos ser independientes de un poder como fue el metropolitano español o el portugués, pero bien pronto descubrimos que no estábamos emancipados respecto de prácticas sociales y políticas heredadas de aquellos regímenes, hecho que restaba alcances y efectividad a la independencia alcanzada.

Al dirigirme hoy a la juventud y al pueblo, no pretendo reclamar honores. Los hombres no son más que incidentes; lo único que vale son las ideas. Vengo a decir: hay que hacer esta política aunque la hagan sin mí. Pero hagan la política que hay que hacer y háganla porque la casa se está quemando y hay que salvar el patrimonio antes de que se convierta en cenizas. Si no renunciamos a nuestros antecedentes y a nuestro porvenir, si no aceptamos el vasallaje, hay que proceder sin demora a una renovación dentro de cada república a un acercamiento entre todas ellas. Entramos en una época francamente revolucionaria por las ideas. Hay que realizar la segunda Independencia, renovando el continente. Basta de concesiones abusivas, de empréstitos aventurados, de contratos dolorosos, de desordenes endémicos y de pueriles pleitos fronterizos. Remontémonos hasta el origen de la común historia. Volvamos a encender los ideales de Bolívar, de San Martín, de Hidalgo, de Morazán y vamos resueltamente hacia las ideas nuevas y hacia los partidos avanzados. El pasado ha sido un fracaso, sólo podemos confiar en el porvenir”

Su ideario es el reflejo de su profundo anticolonialismo, y la suma de sus reflexiones acerca  de la independencia para las naciones americanas, y del papel que en el logro de esta juegan la cultura y las virtudes de sus hijos. Concebimos que la libertad como única vía para el desarrollo real de los pueblos y la conquista de la dignidad nacional de cada uno y de todos como un todo común, que en su condición de esclavos les eran negados. Así  sea.