Vanidad

P. Milko René Torres Ordóñez

Hay dos principios existenciales que están en toda realidad de los cuales nos cuesta salir porque convivimos con ellos: sabiduría y vanidad.  La sabiduría es innata en cada ser humano. Sin ella, muchas acciones, circunstancias, decisiones, no tendrían sentido. Navegaremos como un barco sin brújula. Algunos autores hablan de cuatro tipos de sabiduría: empírica, jurídica, moral y teológica. Todas tienen elementos comunes que parten del discernimiento, observación y búsqueda de la felicidad para el hombre.

El término hokmah, en el contexto bíblico, es empleado para designar, no solamente el conocimiento profundo de los hombres, sino, sobre todo, el conocimiento creador de Dios. Es una palabra muy utilizada en la literatura poética sapiencial, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. Es la fuerza originaria del proceso creativo, porque Dios lo ha hecho todo con hokhmah (Sal 104,24), según Xavier Pikaza. El libro del Eclesiastés expresa de modo lacónico: ¡Vanidad de vanidades; todo es vanidad! ¿Cómo se define la palabra vanidad? En la poesía hebrea, la palabra hevel formaba parte de un conjunto de imágenes, como agua, sombra, o humo, que describen la fragilidad, lo efímero, de la condición humana. Del latín vanitas, cualidad de vano, vacío, hueco o falto de realidad, sustancia o solidez. Este adjetivo está relacionado con lo insustancial, la arrogancia, la presunción y el envanecimiento.A modo de ilustración me permito derivarlo hacia el mito de Narciso, un joven enamorado de sí mismo. Toda una filosofía que está a la base de este juicio; un escepticismo ante tantos afanes y muchas angustias. ¿Qué actitud tomar? ¿Pasar de todo? Afirmaciones como las de Qohélet han existido siempre. Expresan una actitud que nos orienta a tomar la vida sin envidias, comparaciones con las riquezas de los otros. Al juicio de este autor hay que sumarle una dimensión muy importante, aquella que surge de la parábola del rico que acumula la gran cosecha y engrandece sus graneros, en lugar de repartirlo entre quienes no tienen qué comer: Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente. Jesús añade una sentencia objetiva. Aquella noche Dios le dijo: Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿De quién será lo que has preparado? Dos acotaciones. La primera, se refiere a la enseñanza de Jesús.  El que acumula riquezas, no entiende nada de lo que Jesús propone al mundo. Los discípulos de Jesús tienen que aplicar, según el Evangelio de Lucas, las consecuencias de su seguimiento. Si no se desprenden de las riquezas, si se preocupan de amasarlas constantemente, además de cometer injusticia con los que no tienen, se encontrarán, al final, con las manos vacías ante Dios, porque todo su corazón estará puesto en tener un tesoro en la tierra. No tendrán tiempo para vivir, para ser sabios… para darse a los demás como se entregan a la producción de riquezas. La segunda, valorar la actualidad de la sabiduría como fuente de riqueza en la que podemos buscar y encontrar el camino para nuestra libertad interior.