Moldes de grandeza

Por: Sandra Beatriz Ludeña

Los moldes de grandeza se usaban en la infancia, recuerdo claramente que mi madre siempre que iba a utilizar uno conmigo, me advertía: para cuando seas grande, no te de pereza; o para cuando seas grande, no se te pegue lo ajeno; o para cuando seas grande, disfrutes de lo bueno y mejor.

En realidad, mi madre, como cualquier otro progenitor, se tomaba muy en serio la responsabilidad de enseñarme habilidades prácticas para que sea una adulta funcional, pero, sus moldes de grandeza siempre fueron diseñados a través de la disciplina y en menor grado con castigo; las recompensas no eran parte de tales moldes. 

La verdad es que vengo de una familia matriarcal donde las mujeres fueron fuertes, quizá por esto, entre los moldes que se usaban para formarnos, se encontraba la disciplina como principal herramienta y así, no podíamos ser completamente niños.

Sin embargo, los moldes disciplinarios más efectivos para construir humanos exitosos son aquellos que usa como medio de logro la recompensa. 

De todo esto que he referido, analizando mi propia historia, he podido concluir que cuando pretendemos no aplicar estos moldes demasiado rígidos como las generaciones de antaño, hacemos algo peor, esto es dejar que los niños hagan lo que les viene en gana.  No permitir que los niños intenten por sí mismo resolver sus tareas, o no asignarles responsabilidades, estar de acuerdo con todo lo que hace y dice, tan solo por no contradecirlo o para que no haga berrinche, les labra un futuro desastroso.

Por comportamientos como esos, las nuevas generaciones parecen tener muchísimos más conflictos de dependencia emocional, pues, quieren encontrar en todo el mundo a personas que se desvivan por complacerlos.  Así, hay una generación de adultos confundidos que no logran conducir su vida con propósito y realización de logros.

En fin, la buena noticia es que ahora para los adultos que estimen que en su niñez no hubo la oportunidad suficiente de practicar, existe la mentoría.

La mentoría es una guía, siempre que se siente que uno no es capaz de realizar algo que sabemos podría significar el éxito.  Los mentores son personas expertas que pueden indicarnos el camino para conseguir la meta.

Cuando buscamos un mentor somos maduros y responsables con nuestra historia, el hecho de hacernos acompañar con un experto, asegura éxito y la posibilidad de ir moldeando el carácter para superar áreas críticas que nos debilitan.

Pues, es así que los moldes de grandeza ya no quedaron relegados para la infancia.  Un mentor puede ayudarnos a flexibilizar el carácter demasiado rígido o disciplinarnos cuando por el contrario somos distraídos.  Solía decir mi madre: “para todo hay remedio, si no se trata de muerte”.