César Correa
La progresiva destrucción de la provincia continuará implacable al mismo ritmo de los últimos seis años de nuestra historia.
No hay otro destino para una provincia que vive ebria proclamando que es «la culta», «la doblemente universitaria», y otros cuentos similares, cuando su población no quiere ni iniciarse en el estudio y dominio de la Ciencia Política, que es el arma principal para diseñar las estrategias de enfrentamiento a los fenómenos de la evolución social.
Es un fracaso de todos, agravado con la desgraciada costumbre de negar las propias culpas para echárselas a los políticos.
Claro que las autoridades son las principales responsables de velar por el progreso de Loja, pero la responsabilidad total es de la población en su conjunto.
¿Quién está cumpliendo sus obligaciones cívicas satisfactoriamente?
¿Quién ha levantado su voz con todo vigor y sustento para señalar las dolencias que nos están flagelando?
¿Quién ha salido a presionar en debida forma para que nuestro reclamo llegue potente a Quito?
Si alguien lo ha hecho, se ha quedado como la voz que clama en el desierto.
¿Dónde están los partidos? ¿Los sindicatos? ¿Los intelectuales? ¿La FEUE y las demás organizaciones sociales?
Ningún problema nos ha movilizado, ninguna causa goza de amplia convocatoria, pueden hacer con nosotros lo que quieran. No pasamos del lamento mientras permanecemos anonadados, sin saber qué hacer, esperando el milagro de que algún día el presidente se acuerde de nosotros.
El señor presidente feliz porque no le causamos ningún dolor de cabeza, porque no representamos ningún peligro, porque ni hemos comenzado a organizarnos para dar la dura batalla contra el neoliberalismo hasta conseguir una fuerte intervención del Estado para financiar las obras públicas indispensables para prosperar.
¿Tanta es nuestra pobreza que preferimos posponer los intereses provinciales para permanecer luchando a dentelladas para no perder la parcelita en la que estamos instalados?
Revisemos a fondo y rigurosamente nuestra conducta política, muy anticuada e inservible para salir del pantano.