Efraín Borrero E.
A inicios del siglo XIX Loja entra en un período de estancamiento económico luego de su florecimiento por el negocio de la cascarilla. La alternativa fue el desplazamiento al campo para recurrir a la agricultura y, especialmente, la ganadería, dando lugar a la formación de grandes haciendas.
La mira estuvo en sectores próximos a la frontera con el Perú, con la perspectiva de generar centros de producción ganadera para su comercialización en ese país. Desde esas propiedades se arreaba las partidas de ganado al Perú utilizando los senderos que conducían a Ayabaca y La Tina.
Así surgieron muchas de las haciendas ganaderas de la provincia. Otras ya estaban establecidas desde la época colonial. El ganado que se producía en todas ellas era criollo o de engorde.
Luis Felipe Mora hace hincapié en que el ganado vacuno de Gonzanamá era de los mejores de la provincia y muy apreciado en el Perú.
En la hoya de Loja la actividad pecuaria estuvo destinada a abastecer de leche y carne a la población. En razón de esa perspectiva los ganaderos se empeñaron en el mejoramiento genético de sus ganaderías bovinas, incorporando ejemplares de raza fina y alta calidad productiva.
Dice Alejandro Vélez Palacios que el lojano Victoriano Juvenal Vélez Ontaneda, hombre próspero y visionario, nacido el 03 de noviembre de 1877, se convirtió en uno de los impulsores insignes de la agricultura y ganadería de la provincia de Loja. En 1914 viajó a Estados Unidos para realizar la primera importación de ganado Holstein al Ecuador. Otra importación de ganado de esa raza y del mismo criadero la efectuó en 1928.
Su hijo, Victoriano Vélez Palacio, con especial orgullo y cariño, conserva originales de las certificaciones del pedigree, que es la genealogía de los ejemplares, otorgadas por la Asociación Holstein Friesian de América, así como de los documentos de importación.
De la ganadería fina de Victoriano Vélez se beneficiaron importantes haciendas ganaderas del país, especialmente de Azuay, Imbabura y Pichincha, como confirmó Galo Plaza Lasso.
Pero no solo incursionó en la ganadería bovina, también importó ganado caballar desde Perú, cuyos sementales de pura sangre se exhibían en sus propiedades de Punzara y Verdúm. Años más tarde, para mejorar las razas criollas ganaderas en la hacienda Santa Lucía del cantón Zapotillo, importó desde Costa Rica ganado Brown Swiss.
El Concejo Cantonal de Loja lo condecoró con Medalla de Oro en reconocimiento por ser el importador lojano de ejemplares de ganado extranjero en mayor escala.
Con su espíritu emprendedor fundó el Banco del Azuay, en 1913, en sociedad con distinguidos hombres de negocios de Cuenca.
Con cien años de una vida altamente productiva y de trabajo tesonero, Victoriano Juvenal Vélez Ontaneda falleció el 14 de abril de 1977.
Para 1930, el ilustre lojano Isidro Ayora Cueva era propietario de la hacienda San Antonio, situada en Uyumbicho, a cincuenta kilómetros de Quito, dedicada a la crianza de ganado lechero. En ese año importó algunos ejemplares Holstein Friesian del mismo criadero en Estados Unidos que años atrás lo hiciera su compañero de colegio, Victoriano Vélez Ontaneda, convirtiendo a esa hacienda en la más importante proveedora de la raza Holstein Friesian para la sierra ecuatoriana.
Eduardo Vélez, que trabajó muchos años en el Ministerio de Agricultura y Ganadería, me comentó que en 1940 las familias Burneo, Valdivieso y Eguiguren trajeron de la hacienda San Antonio ganado bovino de raza Holstein Friesian, para mejorar sus hatos ganaderos. De manera especial se refirió a Carlos Burneo Arias, casado con Rosa Amalia Valdivieso, en su propiedad «El Cortijo de Aramara», situada en Punzara.
También figura Eduardo Mora Moreno en la estancia Florencia, que, junto con otras propiedades, como Masaca y Amable María, pertenecieron a la señora Alegría Bermeo Torres de Mora, su abuela paterna.
En 1949, Alberto Hidalgo Jarrin concurrió a la Feria Panamericana en Dallas, Estados Unidos, país al que visitó por varias ocasiones con el objeto de conocer a cabalidad la estructura de la moderna empresa ganadera. Con esos conocimientos y su extraordinario espíritu empresarial importó nuevas razas de bovinos de carne y organizó una ganadería modelo en su hacienda Monterrey, situada en el valle de Catamayo.
Tiempo después la actividad ganadera de Loja se benefició con el impulso que dio Víctor Manuel García, casado con Rosa Tandazo Román, a quien recuerdo desde mi niñez en su Botica y Droguería “Americana”, y porque su gran casa de habitación, en la que funcionó la parte administrativa de la Empresa Eléctrica Zamora, que luego se convirtió en la Empresa Eléctrica Regional del Sur, estaba situada muy cerca de la nuestra.
En 1950 adquirió parte de la hacienda Punzara para dedicarla a la producción de ganado bovino. Sobre la hacienda Punzara, varias veces mencionada, se sabe que su historia se remonta a finales de los años 1700, en que la adquirió José Gonzalo Eguiguren Aguilera, casado con Francisca Riofrío, en cuyo matrimonio procrearon catorce hijos, entre quienes, probablemente, se fraccionó dicha propiedad por razones hereditarias.
Supongo que en ese fraccionamiento se hizo la denominación de los diferentes sectores de la hacienda, llamándolos: Punzara Chico Alto, Punzara Chico Bajo, Punzara Grande, etc., tal como los conocemos.
Su hija Rosita cuenta que Víctor Manuel García decidió emprender el mejoramiento genético de su ganadería motivado por Isidro Ayora, quien en cierta ocasión estuvo de visita en Loja. Inmediatamente viajó a la hacienda del exmandatario y allí adquirió dos hermosos ejemplares Holstein Friesian, pura sangre.
Fue tal el aprecio que Isidro Ayora tuvo a Víctor Manuel García que permitió que uno de sus hombres de confianza: Nicolás Custodio, se traslade a Loja para brindar asesoramiento durante cuatro meses. Rosa Tandazo Román, que fue puntal de apoyo en la actividad ganadera de su esposo, aprovechó al máximo los conocimientos y experiencias de Custodio.
Con esos ejemplares y otros estableció el “Criadero Punzara”, que se distinguió por arrasar con premios en las ferias pecuarias de Loja. En una de ellas recibió un torete Ayrshire donado por Carlos Tobar Zaldumbide, ministro de Relaciones Exteriores de ese entonces.
Otro destacado ganadero fue René Palacios Serrano, quien, a inicios de la década de 1960, mejoró el ganado de carne que tenía en su propiedad situada en el sector de Comunidades, antigua vía a Yangana, importando directamente de Estados Unidos ganado Santa Gertrudis.
Patricio Aguirre me comentó que, por ese año (1960), su abuelo Baltazar Aguirre y su tío Javier Aguirre Ruiz, introdujeron tres ejemplares de raza fina para mejoramiento ganadero en la hacienda Lansaca: un toro, una vaca y una vacona, cuyos animales llegaron por avión a Catamayo, y desde allí, calzados con botas de cuero, caminaron hasta la hacienda. El desarrollo de esa ganadería fue compartido a los vecinos de Gonzanama y Cariamanga.
Años más tarde, por 1980, sobresalen Daniel Orlando Ortega Fernández y su esposa Fanny Piedad Jadan Peralta, quienes constituyeron la “Compañía Centro Agrícola y Ganadero”, para el manejo adecuado y productivo de la finca “La Victoria”, situada en el sector de Punzara, cuyo hato ganadero fue mejorado con ejemplares de la raza Holstein Freishan.
Desde el año 2002, Mario José Mancino Valdivieso, hijo de padre italiano y madre lojana, apasionado por la ganadería, ya que desde niño tuvo contacto con el ámbito agropecuario, se dedicó a la producción de ganado lechero en la hacienda Salapa Bajo, haciendo mejoramiento genético con ejemplares de pura sangre. En el año 2008 constituyó el “Criadero San Isidro”, dedicado a la crianza y venta de ganado.
En la actualidad algunos lojanos se han destacado por el mejoramiento genético de sus ganaderías, como Daniel Torres en su Ganadería San Antonio la Retama de la parroquia Santiago, quien permanentemente participa en ferias agropecuarias alcanzado muchos galardones.
Disculpándome por alguna omisión involuntaria, es mi intención destacar el espíritu emprendedor de lojanos visionarios que han contribuido al desarrollo pecuario de nuestra provincia, a quienes rindo especial homenaje de admiración y simpatía.