Por. Fredy Paredes Cuenca
La sociedad ecuatoriana está inmersa en un escenario del todo predecible, esperable y deducible con facilidad por lo acontecimientos que se favorecen en el entorno cotidiano.
Cuando a una sociedad se le sustrae el acceso a la educación dejando a muchas personas sin espacios de desarrollo y se promueve actividades antes ilícitas y se las legaliza, los pilares de desarrollo de cualquier comunidad, pueblo, país está destinado al desequilibrio total. Si todos conocemos que las bases fundamentales del desarrollo de un pueblo son la educación y la salud debemos defender con todas nuestras capacidades estos polos de desarrollo humano. Es en extremo difícil esperar de una sociedad sin educación y sin salud recibir de vuelta flores o el florecimiento de ideas que favorezcan el bien común sino todo lo contrario.
Sentir lo que sucede a nuestro alrededor más cercano parecería ser solamente recibir un estímulo de lo que nos rodea, cuando en realidad debería permitirnos llegar más halla y percibir lo que en realidad está sucediendo, si bien los órganos de los sentidos con sus múltiples bondades nos dan una mirada del mundo en el que vivimos, así mismo la materia gris hace que podamos darle valor a lo que sentimos y hacer de ese estímulo una percepción, es decir, que nos genere un sentimiento, una opinión, un criterio.
Si la percepción nos lleva explorar el entorno, la razón como conciencia de lo que nos rodea, conciencia de la responsabilidad de los actos que tenemos que ejercer en las tareas que se deben cumplir, nos conducen a caminos de lo que debemos hacer como personas cabales.
Las opiniones, sin embargo, pueden ser diversas en el campo de cómo hacer lo correcto pero un aliado perfecto para estos fines es el sentido común que más lejos de cualquier norma establecida o legalizada nos permite el discernimiento de lo que está bien y lo que está mal.
La realidad actual parece ser la consecuencia, sin lugar a duda, de la toma de malas decisiones, no recientes sino ya forjadas por décadas que han preparado el terreno para que la inmediates sea el camino idóneo, donde la razón ha sido dejada de lado, donde la percepción esta disminuida, donde el sentido común es el menos común de los sentidos, donde la reflexión tiene cada vez menos espacio, donde estamos siendo testigos de una mayúscula atrofia del sentido crítico.
Debemos entonces, dejar de lado o aborrecer el caos, el desorden, la mala educación como sinónimo de cortesía, el mal empleo de las palabras que lejos de construir puede devastar a una persona en formación; y hacer de la sociedad un campo fértil para enaltecer valores como la dignidad humana con autocontrol y respeto a los semejantes, la discreción con apego a la verdad, la gratitud de los dones recibidos, el amor al trabajo digno, la solidaridad sin complicidad, la convivencia armónica con respeto absoluto por la familia, estructura fundamental que conformará unidades de respeto, de paz, armonía y responsabilidad.
El reevaluar, repensar y tomar caminos distintos que se abstengan de llevarnos al caos es algo para reflexionar e iniciar la búsqueda de progreso bien habido, progreso conjunto de todos los miembros de la sociedad, que debe estar guiado por la educación sólida sustentada en valores humanos. Por esto debemos hacer buen uso del sentido crítico para entender que la educación es una herramienta de libertad, que evita la manipulación, para emprender en el cambio de una educación inaccesible a todos hacia una educación al alcance en la que el sentido crítico nos oriente a días mejores.