Los efluvios que emana el Poemario de Benjamín Pinza Suárez

Galo Guerrero-Jiménez

El poder de la palabra que el maestro Benjamín Pinza Suárez ejerce en sus versos, denominados Poemario de Benjamín (2023), es la más viva expresión de su experiencia antropo-ética ejercida desde su condición humano-vital que a diario aflora en el trayecto de su vida, en esta ocasión para trazar, con el mejor condumio de su lírica, espacios vitales de honda fluidez humana que se evidencian en este poemario desde las cuatro coordenadas que ha configurado estética y axiológicamente en “Poemas a la vida y a los años”, “Poemas de amor y desamor”, “Poesía en homenaje a Loja” y “Poesía infantil”, que el poeta engrana y configura desde el caudal de su musicalidad que desde sabias y bien sentidas reflexiones líricas, van marcando la experiencia de su vida en raudales de amor a la familia, a la vida en su exquisitez más profunda y a los sentimientos de marcada lojanidad que el doctor Benjamín asume en cada verso que no es otro que ese canto poético, sublime y psíquicamente evidente en estrofas llenas de regocijo estético encaminadas a lo más excelso que tiene la vida: las personas, las cosas y hasta los animalitos que dejan en cada verso benjaminezco, la huella sublime de lo más granado y selecto que el cerebro humano es capaz de proclamar en porciones de lenguaje simbólico desde la altivez humanística que las diferentes figuras literarias: metáfora, imagen, prosopopeya, hipérbole, admiración, paisaje y personificación son asumidas por el poeta desde una mirada ontológica a través de versos sencillos, pero expresados con la mayor profundidad que su corazón y su intelecto tienen para emanar efluvios de cálida configuración humana.

Desde esta perspectiva, el Poemario de Benjamín, con el conjunto de su naciente fortaleza lingüística nos genera ángulos de reflexión lírica muy sentida, realidad que se manifiesta en cada lector gracias a que “nuestra comprensión de la palabra consiste ni más ni menos en nuestra capacidad para usarla de forma pertinente en una amplia variedad de contextos” (Dupré, 2016, p. 151) al hablar, al escuchar, al escribir, al leer y al gestualizarla corporalmente; de manera que estemos en condiciones de inferirla reflexiva, axiológica y críticamente desde una actitud antropológico-histórico-social, y sobre la base experiencial de una ética y estética del pensamiento metacognitivo y metalingüístico hasta que desemboque en una auténtica filosofía del lenguaje, en cuyos referentes salgan fortalecidas, de manera personal, las inteligencias: intelectual, emocional, espiritual, intrasubjetiva, intersubjetiva, ecológica, espacial, musical y lingüística, con las cuales cada lector entra en contacto con la alteridad de esa palabra exquisita para que haya una comunión de ideales personales, los cuales deben cristalizarse humanística, ideológica y dialógicamente en la comunidad en la que el lector está arraigado cultural, educacional, familiar, ocupacional y/o profesionalmente; y es desde esta circunstancia con que se acerca a deleitarse de este gran potaje intelectual y lírico-emotivo con sello benjaminezco.

Pues, así está de fortalecida esta palabra poética, este poemario seductor y grandilocuente en el cual la mirada visual, gráfica, auditiva, olfativa, gustativa y ecológica se combinan como un potaje articulinario, al cual se lo puede degustar desde varias perspectivas, como el de la herramienta de la imagen paisajística que aplica el poeta para invitarnos a deleitarnos, de entre tantos temas, con el de nuestra tierra lojana, encausada “entre un valle hermoso y / verdes colinas, entre saucedales / y limpios ríos; / junto al Podocarpus y / aires andinos, bajo el Villonaco, bosques y sembríos, / se levanta alegre la ciudad / de Loja, con su faz serena, cautiva, / festiva y su dulce encanto / de voz novembrina” (Pinza Suárez, 2023, p. 129).

Así, con esta capacidad visual, propia del escritor y del lector asiduo, este poemario nos lleva a estructurar un campo de lenguaje exquisito, perceptivo e imaginariamente muy inteligenciado.