La viuda y el aceite

Me encanta esta historia: “Una mujer que había estado casada con un profeta le dijo a Eliseo: Mi marido estuvo siempre al servicio de Dios y de usted, pero ahora está muerto. Él había pedido dinero prestado, y ahora el hombre que se lo prestó se quiere llevar como esclavos a mis dos hijos. Eliseo le preguntó: —¿Qué puedo hacer para ayudarte? Dime, ¿qué tienes en tu casa? La mujer le contestó: —¡Lo único que tengo es una jarra de aceite! Eliseo le dijo: —Ve y pídeles a tus vecinas que te presten jarras vacías.

Trata de conseguir todas las que puedas. Después, entra en tu casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en las jarras y ve poniendo aparte las que se vayan llenando. La mujer se despidió de Eliseo, fue a su casa, entró junto con sus hijos y cerró la puerta. Los hijos le llevaban las jarras y la mujer las llenaba con aceite. Después de un rato, la mujer le dijo a uno de sus hijos: —Tráeme otra jarra. Él le contestó: —Ya no quedan más. En ese momento el aceite se acabó. La mujer fue a ver al profeta y le contó lo que había pasado. Él le dijo: —Ve, vende el aceite, y págale a ese hombre lo que le debes. Con lo que te quede podrán vivir tú y tus hijos” (2 Reyes 4).

Esta historia nos muestra a una mujer necesitada, ella había perdido a su esposo, no tenía posesiones, una deuda considerable la abrumaba y estaba a punto de perder a sus hijos. ¿Se imaginan peores circunstancias?  ¿Cómo actuaría usted si supiera que está a punto de perder a sus hijos?

Ella busca la ayuda de Dios a través de su profeta Eliseo. En su condición de hombre, Eliseo nada podía hacer, era pobre como ella; pero tenía algo diferente, el respaldo total del Señor. De repente, elementos cotidianos como vasijas y aceite empiezan a ser usadas como medio para realizar un milagro maravilloso, el aceite fluye sin parar hasta que todas las vasijas que fueron reunidas son llenadas completamente. Entonces, el milagro se detiene. La fe y la obediencia fueron la clave para la bendición.  

El poder del Señor no tiene límites. ¿nuestros problemas serán obstáculo para quien creo todo lo que nos rodea? ¿para aquel que dio vista a los ciegos? ¿para aquel que alimentó a miles con solo 5 panes y 2 peces? ¿para aquel que la muerte venció? Por supuesto que no. Al igual que con la viuda, el milagro que anhelas solo requiere fe y obediencia, trae tus vasijas ante el Señor y deja que Él obre maravillas.