Hacia una ecología de la revitalización lingüística 

Por: Lcdo. Augusto Costa Zabaleta

La pérdida de las lenguas y sus efectos en el conocimiento, la diversidad y la identidad; las poco más de 6000 lenguas que se hablan hoy en el mundo no son sino una parte de las treinta mil o cincuenta mil que desaparecieron en los últimos quinientos años de la historia humana; pese a la diversidad de propuestas, declaraciones y cuerpos legales a niveles nacional e internacional en favor de la diversidad lingüística y cultural, provenientes de organismos como la Unesco y de los estados de los cinco continentes, seguimos siendo cómplices silenciosos de la desaparición de las lenguas originarias de numerosos pueblos.  

Cada vez más, los habitantes de lenguas minorizadas relegan su uso y espacios más reducidos, fomentando el consiguiente monolingüismo; aunque la pérdida de las lenguas no es un fenómeno reciente en la historia de la humanidad, ha tenido un crecimiento dramático desde la colonización europea del planeta; hay quienes dirán que esta desaparición es un proceso esperado en un mundo en constante cambio y ciertamente lo es. 

Sin embargo, nos preguntamos si la acelerada desaparición de las lenguas es parte del cambio histórico o es que acaso la sociedad dominante precipita de diferentes maneras un proceso que, de otra forma sería menos agresivo para los habitantes y la diversidad en general; el desplazamiento entonces y la desaparición de las lenguas no ha menguado pese al discurso de políticos, dirigentes, maestros y activistas que fomentan el mantenimiento de la diversidad lingüística y cultural, diversidad que, por lo general los autores de estos discursos afirman conocer aun sin haberla palpado ni mucho menos, entendido fuera de las estructuras ideológicas dominantes. 

Ignorar la diversidad lingüística y cultural es parte esencial del patrimonio de la humanidad en la medida en que cada lengua representa la sabiduría cultural única de un pueblo; la pérdida de cualquier código lingüístico significa una pérdida para todo el conocimiento humano; el que una lengua deje de ser el vehículo de comunicación de un pueblo implica un desbalance en la diversidad lingüística y cultural que, junto con la diversidad biológica, permiten el equilibrio del planeta; como consecuencia disminuye la capacidad de adaptación a nuevos espacios que hacen posible la supervivencia y la evolución natural de las especies. 

La diversidad es la característica más sorprendente de la vida en la tierra y es preciso entenderla tanto en términos biológicos y ecológicos como en términos lingüísticos y culturales, para la estabilidad natural del planeta. 

Lcdo. Augusto Costa Zabaleta 

Ced. # 1100310455