El baúl de los recuerdos: Oswaldo Burneo Valdivieso, un lojano ilustre

Efraín Borrero E.

El pasado jueves veinte y uno de septiembre falleció el ilustre y connotado lojano Oswaldo Burneo Valdivieso, nacido el dieciséis de mayo de 1934. La infausta noticia causó consternación en la colectividad porque partió a la eternidad un hombre que amó entrañablemente a su tierra y contribuyó con visión y pasión a su desarrollo.  

Durante la velación de sus restos mortales en el Camposanto Los Rosales, las palabras de reconocimiento abundaron, además de destacarlo como un hombre sencillo, gentil, generoso, caballeroso en extremo y amigo sincero.

Algunos recordaron cuando, en su calidad de gerente general, abrió las puertas del Banco de Loja, el primero de julio de 1968, para constituirlo en la casa abierta de los lojanos, a fin de atender sus necesidades y promover el desarrollo productivo de Loja en diversos órdenes, e hicieron hincapié en que su carisma, afabilidad y don de gente, además de su brillante capacidad de gestión, fueron aspectos que determinaron el vertiginoso crecimiento de esa entidad financiera constituida en ícono de los lojanos.

Su atribulado hijo, el escritor y analista político, Jorge Oswaldo Burneo Castillo, hace notorio que los beneficiarios fueron los lojanos sencillos que recibieron más de ciento cuarenta mil créditos, de los cuales sólo tres se castigaron, lo que evidencia un proceso único en el país de democratización del crédito, dando al traste con la concentración en pocas manos.

En ocasión anterior cité a Jaime Rodríguez Palacios, quien escribió: “Pocos como él para comprender las urgentes necesidades de los obreros, los artesanos, los estudiantes y los profesionales de clase media. Dosificó el crédito de tal manera que éste no ahogara a los solicitantes. Igualmente contribuyó al desarrollo y fortalecimiento de las más solventes empresas lojanas”.

Cada uno de los beneficiarios tiene una historia de gratitud que contar, como Ramón Andrade, quien, con su rostro entristecido comentó que gracias a “Don Oswaldo” pudo emprender en un negocio que le sirvió para mantener su hogar y brindar educación a sus hijos, todos los cuales son profesionales.

Oswaldo Burneo Valdivieso ayudó sin excepción a los que pudo, incluso dando preferencia a los que no tenían cuenta bancaria. Conocía las necesidades de los obreros y trabajadores porque presidió el Centro Obrero de Loja durante el período 1960-1962.

Estoy seguro de que su recuerdo perdurará en el sentimiento de gratitud de muchos lojanos, quienes harán suyo el hermoso pensamiento del obispo Hélder Câmara: “En el desierto del mundo, la única tierra fértil es el corazón del ser humano”.

También se trajo a la mente la inauguración del edificio propio y funcional del Banco de Loja, en 1977, situado en la esquina de las calles Rocafuerte y Bolívar, constituido en uno de los símbolos más claros de progreso y desarrollo de la ciudad y provincia de Loja.

Jorge Oswaldo dice que su padre se dio tiempo para servir a Loja en calidad de vicepresidente del Cabildo, así como desde las funciones como presidente de la Junta de Recuperación de Loja y Zamora Chinchipe, logrando concluir las obras de construcción del canal de riego de Macará que estuvieron abandonadas más de veinticinco años. Menciona, además, el establecimiento de la planta de café en Catamayo, cuyo propósito fue evitar que los pequeños agricultores sean víctimas de los intermediarios.

Asegura que cuando fue vocal de la Junta Monetaria, consiguió treinta millones de sucres para SOLCA-Loja, destinados a la construcción del primer edificio. Leonardo Castillo Arévalo, presidente ejecutivo de la entidad, lo destaca como el miembro fundador de Solca que “aportó con varias iniciativas para hacer realidad el primer centro oncológico en el sur del país, meta que se cumplió años después”.

Oswaldo Burneo Valdivieso presidió las compañías lojanas Cosurca e Inapesa, y en el ámbito privado, como hombre de emprendimiento, creó varias empresas que generaron fuentes de trabajo.

No cabe duda que, a través de su gestión solidaria como gerente del Banco de Loja y de las actividades desarrolladas en los ámbitos público y privado, propició el desarrollo y progreso de la provincia de Loja, y “nos demostró en lección de fe y optimismo que somos capaces de forjar nuestro propio destino”. De allí que, con justificada razón y méritos se lo reconoce como uno de los lojanos más prominentes de finales del siglo XX e inicios del XXI, y un referente de acciones edificantes.   

Pero además de su trayectoria colmada de notoriedad, por la que el Municipio lo nombró como el Mejor Ciudadano de Loja en dos ocasiones, y el Consejo Provincial como el Mejor Ciudadano de la Provincia, quiero insistir en el maravilloso ser personal que poseía Oswaldo Burneo Valdivieso, cuyos atributos moraban en su alma noble.  

Mis hermanos Camilo y Ramiro, que eran sus panas, le profesaban un singular cariño y lo admiraban por su valores y virtudes; por su respetabilidad, por la calidez de su amistad, por sus inteligentes opiniones, por sus agradables y enriquecedoras conversaciones; por sus sabios consejos; por su desbordante generosidad; por su jovialidad y por ser un hombre de bien e íntegro a cabalidad.  

En diversas ocasiones hicieron gala de la entrañable amistad con Oswaldo Burneo Valdivieso, haciendo notorio lo dichosos que se sentían.  Camilo viajó con él a China y dice que ha sido el mejor paseo de su vida.

Tengo la seguridad que el Cabildo Municipal honrará la memoria del preclaro ciudadano Juan Oswaldo Sebastián Burneo Valdivieso, plasmando su nombre en una de las avenidas de esta ciudad, a cuyo progreso y desarrollo contribuyó apasionada y constructivamente,  

Lamentando tan irreparable pérdida, hago propicia la oportunidad para expresar a su distinguida esposa, María Augusta Castillo Carrión; a sus hijos: Silvana, Jorge Oswaldo y María Jimena, así como a los demás familiares, mi hondo sentimiento de pesar.