Por Ruy Fernando Hidalgo Montaño
Este tiempo y este mundo que nos tocó vivir despierta en mí la extraña sensación de que, estamos en medio de misterios indescifrables, y que los que conocen las claves para al menos aproximarnos a descifrarlos, sea por lo que sea, no quieren darnos esas claves. Esto, por un lado, y por otro lado, las pocas cosas que entiendo, me resultan unas absolutas insensateces, de lo contrario, no me explico las guerras, la explotación salvaje de la naturaleza, con todas sus nefastas secuelas que ahora mismo soportamos. Otra cosa que no me explico, es como la sociedad actual, o sea nosotros, hacemos con nuestros semejantes, especialmente con los segmentos vulnerables de esta sociedad, y es así en donde un eslogan muy conocido, me refiero al: “Se usa y se tira”, esto es exactamente lo que hacemos, con mucha gente que, por diversos motivos y distintas vías, arriban a nuestras vidas, particularmente con los de más avanzada edad, a quienes consideramos caducos, o simplemente pasados de moda.
Yo siempre consideré una tremenda estupidez, quemar libros y revistas, pues de esta manera se elimina los archivos, condenándonos a repetir los errores, como a desechar los aciertos de un pasado. En mi opinión eso estamos haciendo ahora, estamos menos preciando la experiencia de seres, que, por nacer antes, atesoraron más sabiduría, en este tiempo y en este mundo actual, que nos tocado habitar, existe demasiada permisividad en los actos cotidianos, por eso, nos estamos desmoronando a nivel de valores éticos y morales.
Lastimosamente ya hay poco en que confiar, las promesas se desvanecen con una facilidad asombrosa, pocos o casi nadie honra la palabra empeñada, a la juventud le importa poco o nada conservar su identidad, imitan hasta el modo de hablar foráneo, mientras el sistema educativo no hace nada para evitar esta evidente invasión cultural.
De la política, ni hablar, las potencias mundiales se arman hasta los dientes con el único afán de conquistar y expandir sus dominios planetarios, desatan guerras en las que la única ganadora es la muerte y la orfandad, dándonos a todos los habitantes de la tierra, la impresión que cada vez más nos aproximamos al final de toda forma de vida.
Parece que estamos viviendo una era desordenada y loca, en la que el hombre ha dado rienda suelta a sus más bajas pasiones, una era, en la que todo está permitido. Se escuchan noticias insólitas que presagian un futuro obscuro para las generaciones que nos siguen, tanto en lo que respecta al ambiente, y en lo concerniente a los valores que rigen una convivencia pacífica y armónica, el conglomerado social ha perdido norte y le está costando mucho hallarlo.
Esta es mi visión muy personal, por cierto, de este tiempo y de este mundo en el que nos ha tocado vivir, y que, requiere un despertar urgente de conciencia de todos.