Heme aquí, prosternado ante tus plantas
Reina de El Cisne y dulce madre mía,
ampárame te ruego noche y día,
extiéndeme tus manos sacrosantas.
Quiero decirte cuán agradecido
vivo de tus favores y atenciones,
no me dejes de dar tus bendiciones,
mi querida “Churona”, te le pido.
Dadme serenidad en mis azares
y mitiga de paso los pesares,
que a ratos atormentan a mi vida.
Finalmente, procúrame consuelo
y alláname el camino para el cielo,
que espero sea sin tiempo ni medida.
Acf.