La adicción al celular

(Luis Antonio Quizhpe)

 En una entrega anterior dijimos que la adicción son un hábito de conductas peligrosas o de consumo de determinados productos, en este caso del celular, de la Internet, de los videojuegos y de la televisión, de los que los niños y jóvenes no pueden escaparse o les resulta muy difícil desecharlos por razones de dependencia psicológica y fisiológica. Expertos educadores y sicólogos han dicho que el uso excesivo de los dispositivos electrónicos por niños es de alto riesgo para su salud mental. Al respecto lo confirma el siquiatra Horacio Vargas: “el uso de estos aparatos por los niños durante largas horas cada día, perjudica su desarrollo normal y les ocasiona problemas de conducta, trastorno de sueño e incluso problemas de depresión infantil y ansiedad”.

Por ventura, cifras actuales señalan que 1 de cada 11 personas entre 8 a 18 años es adicto a estos instrumentos. Entonces, si el niño está más de 2 horas al día con estos aparatos, se altera su comportamiento, porque no quiere ir a la escuela, se niega a salir con sus amigos y prefiere quedarse en casa, preso del celular o de la computadora y, como consecuencia baja su rendimiento académico, porque ya se ha apoderado de él la adicción a estos dispositivos. En estos casos los padres juegan un papel importante porque deben prohibir el uso de estos aparatos de forma progresiva. Si la medida no funciona y el problema persiste, es recomendable acudir a la ayuda profesional.

El director adjunto del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM), ha exhortado a los padres de familia tener mayor control y supervisión de las aplicaciones que descargan sus hijos en sus equipos electrónicos, y que lean con detenimiento los permisos que se solicitan; más aún, en la etapa de vacaciones. Además, afirmó que los propios padres tienen la culpa al facilitar celulares a sus hijos menores de 2 años con el fin de entretenerlos o evitar su llanto. Subrayó que el uso extremado es perjudicial porque puede acelerar el crecimiento del cerebro y asociarse con déficit de atención, retrasos cognitivos, problemas de aprendizaje, aumento de la impulsividad y falta de autocontrol; así como aumentar el riesgo de trastorno bipolar, psicosis y conductas agresivas.

Entonces, no hablamos de memoria. Nos basamos en criterios de expertos y concordamos con ellos en el sentido de que el uso desmedido de los famosos dispositivos electrónicos, acarrea problemas de disfunción mental que a la larga desemboca en dificultades de aprendizaje. Sólo quienes estamos día a día en el aula podemos dar fe del fenómeno. No se trata de satanizar su uso. En términos educativos, estos artilugios son eficaces, ayudan enormemente en el proceso enseñanza-aprendizaje. Lo que censuramos es el manejo desmedido que conlleva a trastornos mentales.

De ahí que hacemos un llamado a los padres o cuidadores de los niños a que supervisen y regulen el uso de esos instrumentos, si desean tener niños sanos, dispuestos a aprender cosas lindas que les regala la escuela. Por su supuesto que la tarea es también de los maestros que cada día deben sumarse a la campaña del no empleo exagerado del celular y de otros medios electrónicos.