Campos Ortega Romero
La Conferencia Mundial, reunida en México para tratar sobre las Políticas Culturales; la comunidad internacional ha decidido contribuir efectivamente al acercamiento entre los pueblos y a la mejor comprensión de los seres humanos. Así, al expresar su esperanza, en la convergencia última de los objetivos culturales y espirituales de la humanidad, el Coloquio concertó: que, en su sentido más amplio, la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.
Que la cultura da al ser humano la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella los seres humanos se expresan, toman conciencia de sí mismos, se reconocen como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que los trascienden.
Así, bien podemos aseverar que la afirmación de la identidad cultural contribuye, a la liberación de los pueblos. Por el contrario, cualquier forma de dominación niega o deteriora la identidad de los pueblos. La identidad cultural es una riqueza que dinamiza las posibilidades de realización de la especie humana, al movilizar a cada pueblo y a cada grupo a nutrirse de su pasado y acoger los aportes extremos compatibles con su idiosincrasia y continuar así el proceso de su propia creación.
Contrario a lo señalado observamos que los establecimientos de estimulación temprana, antes llamados jardines de infantes, escuelas y aun en los colegios de nuestra ciudad y provincia, se preparan para celebrar alborozados, la famosa fiesta de la Noche de Brujas o Halloweeen, fiesta ajena a nuestra realidad social y cultural. Entendemos que habrá alguna disposición del Ministerio y de la Dirección Provincial de Educación.
La “famosa fiesta” de la Noche de Brujas, o de Halloween, que se celebra cada 31 de octubre de cada año al decir de los analistas económicos, constituye el feriado que Estados Unidos de Norte América, lo registra como el más voluminoso de ventas superado solamente por el de la fiesta de navidad, según las estadísticas supera los 2.500 millones de dólares en ventas de disfraces, regalos, accesorios dulces y otros agregados propios de la fiesta.
Para Karen Hyberteseen, de la localidad de West Orange, New Yerse, pastor de una Iglesia Presbiteriana, estudiosa de los orígenes de Haloween de manera exhaustiva, afirma que la Fiesta o Noche de Brujas, es un fiel reflejo de la Psicología Sociológica de los Estados Unidos de Norte América; para señalar, que constituye un espejo que manifiesta: “nuestros temores culturales y nuestros esfuerzos por superarlos”. Se refiere lógicamente a Estados Unidos.
Frente a esta realidad, debemos entender que invertir en cultura es invertir en la inteligencia y la creatividad, apostar a valores que coadyuven a construir una sociedad más imaginativa y justa. Es dar luces al pensamiento colectivo para salir de esos “muros de infierno –que llamó Sábato- cada día más herméticos”, por ello se hace necesario construir la identidad cultural. Para centrarnos en el problema de la identidad cultural, debemos hacerlo, comprendiendo que la cultura no es estática, inmutable e invariable en el tiempo, sino como proceso de construcción, de dinamización, que se gesta a partir de un pasado para superarlo en el presente y transformarlo. Lo que implica dejar atrás, esa muletilla, que se constituye en un eufemismo simple y vacío, “hay que rescatar la cultura”
Sin duda alguna, hacemos nuestros los conceptos de Huidrobo y Martinic, cuando acusan que: “Una educación centrada en la dinamización cultural, en lo fundamental no busca la reproducción del orden social sino su transformación. Esto implica hablar de un sistema educativo que forme parte de y represente a un proyecto social, reconociendo su participación activa en él” la palabra y toma de la posta es de ustedes señores profesores, ¿la toman o la dejan?
Recordamos que un proyecto cultural, no es sino el constante descubrimiento de la identidad colectiva. Descubrir la identidad cultural, señala Carlos Piña: “no es volver al pasado. No es ni se puede ser búsqueda en las tradiciones parciales de la autenticidad perdida. La identidad cultural no es una joya extraviada que haya que encontrar; no es un tesoro escondido intacto en un cofre que se debe abrir”.
La identidad cultural no se la descubre ni se la recuerda, no es una huaca, se construye. A partir del pasado, pero para superarla; en el presente, transformándola en un bien común. Una educación centrada en la dinamización cultural es aquella que permite y estimula la construcción de la identidad, contra la desintegración cultural, de la alineación, la deshumanización, para conducirnos a conjugar el verbo, yo soy humano, para crecer como personas. Así sea.