Los próceres de la independencia de Loja (2)

JOSÉ DEL ESPIRITU SANTO CORREA: en la noche del 16 de noviembre de 1820 prestó su domicilio ubicado en la parroquia de San Sebastián (antigua vivienda del Dr. Ignacio Jaramillo, uno de sus descendientes: actual calle Bolívar entre Lourdes y Catacocha) para que el grupo de patriotas lojanos comprometidos con la independencia se reuniera y organizara el Acto Libertario que tuvo lugar dos días después. 

A la manera de las reuniones conspirativas de las gestas patrióticas como el 10 de agosto de 1809, particularmente de las que antecedieron  a las  independencias de Guayaquil  del 9 de octubre (en la casa de José de Villamil, el 1 de octubre de 1820, reunión llamada “La Fragua de Vulcano” ) o de Cuenca, del 3 de noviembre de ese mismo año 1820, en la casa de José María Vázquez de Noboa. Pero, además, gracias al reportaje testimonial realizado por el Sr. Raúl Ruiz Bermeo en 1977, a varios bisnietos del prócer (Revista Gaceta Nro. 3 de 15-11-2020), se conoce que es el mismo Don José del Espíritu Santo Correa quién, en la noche del 18 de noviembre de 1820, con el apoyo del cura párroco Carlos Samaniego, echó a vuelo las campanas de la Ermita de San Sebastián para dar aviso al pueblo del grito de la independencia de Loja y de la solemnidad del Gran Gesto Libertario.  Este notorio involucramiento en la independencia de Loja, de don José del Espíritu Santo Correa, “persona acomodada” y dueño de la Hacienda Gonzabal, lo conminó a “esconderse en la sección montañosa del Pucará”, para no ser aprendido.

Hoy, esas “Campanas de la Libertad”, están custodiadas por  las Hermanas Franciscanas de María Auxiliadora, en el Convento de San Pedro de Bellavista de la ciudad de Loja. Además, entre los descendientes del Prócer Correa se cuentan las recordadas obstetrices: Julia y Margarita González y el Dr. Hugo Guillermo González.

RAMON PINTO Y VALDEMOROS: pariente por afinidad de Nicolás García, suegro de José Gabriel Peña (otro prócer de la independencia, poco citado)  y buen amigo de Juan Agustín Borrero y José Picoita, fue el mayor animador del movimiento independentista lojano. Precisamente por eso sufrió la mayor persecución del gobierno realista local de Pío Valdivieso sobre los cabecillas del movimiento y tuvo que exiliarse,  primero en Catacocha (hacienda Santiago) y luego en Amaluza.   Quiteño de nacimiento: a tierna edad arribó a Loja,  ciudad donde se formó y llegó a ser eficiente empleado público y, como tal, “hombre de confianza de las familias lojanas” (Anda Aguirre, abril 2009). El negocio de compra-venta de tierras, al que también se dedicó, le causó problemas de deudas. De su testamento, de 4 de noviembre de 1837, se desprende que se casó con María Villalta, con quién tuvo nueve hijos, de los cuales sólo vivían tres: Agustina, Juana Josefa y Rosalía. Su difunta hija Ramona, casada con José Gabriel Peña, dejó dos hijos: María Josefa y José Pío.  Que es propietario de las haciendas de Nambicula y Landangui y que posee valiosas reliquias religiosas; y varios libros (biblioteca). Deja por herederas a sus hijas Pinto Villalta y a sus nietos Peña Pinto. Muere en Loja el 5 de noviembre de 1837.