Como si fuera la última Navidad

Los seres humanos nos habituamos tanto a la rutina del día a día, que muy a menudo desvalorizamos fechas y ocasiones especiales en nuestras vidas, que por ser tan cotidianas creemos ilusamente que podremos disfrutar de ellas para siempre. Pero lamentablemente no es tan así, los hombres somos unos necios que todavía no nos damos cuenta de nuestro paso efímero por este planeta y vamos por este mundo negando abrazos, postergando perdones, aplazando sueños, albergando rencores, oponiéndonos a iniciativas que aun sabiendo que son buenas y nobles porque no proceden de nosotros omitimos todo tipo de crédito para ellas.

Yo pienso si Dios me lo permite, vivir esta Navidad como si fuera la última intentando tener plena conciencia de la brevedad de la existencia. No solo de la mía, sino de la gente de mi entorno más cercano sin pecar de fatalista, pero ¿Cuántos de nosotros no podremos estar para la siguiente Navidad? Entonces deberíamos disfrutar de todo lo que tenemos en el aquí y en el ahora, no solo en esta fecha, que sin duda es la más simbólica de la tierra en especial del mundo cristiano sino siempre.

El mercado nos acosa con su oferta de toda clase de objetos que no hay que negarles su importancia en el vivir diario, pero lo malo está en que les damos una prioridad vital, y ahí radica el error aunque suene reiterativo y todos lo dicen, pero siempre es oportuno decirlo, no hay que perder la esencia de lo que celebramos, no hay que perder la gratitud por tener a nuestros seres amados vivos y cercanos agradeciendo por la posibilidad de poderles dar un abrazo y de decirles todo lo que los queremos, tratando de limar asperezas que no faltan ni faltarán, en la convivencia de todo un año. No tenemos garantía de que el final del 2020 nos sorprenda juntos, no solo por la muerte, que ha sembrado dolor, orfandad, desolación, en toda la humanidad, debido a la pandemia que empezó en marzo y aún no nos suelta sigue acechando. Sino por una gran diversidad de circunstancias que se presentan en el trajinar diario por sobrevivir.

Por eso, debemos aprovechar al máximo todas las oportunidades que tengamos para demostrar cariño y abrir de par en par nuestro corazón para recibir la ternura, aprecio y todo lo bueno que seamos capaces de generar en los demás.

Para ello procuremos estar en paz con nosotros mismos y con nuestro prójimo, refugiémonos en los bellos momentos que hayamos vivido en épocas anteriores en estas temporadas tan especiales del año como en las que nos encontramos, agradezcamos al Señor todas las bendiciones recibidas durante estos 365 días que están por fenecer.

Yo hace ya 12 años, tuve una Navidad dolorosa de la cual aún quedan secuelas de pena y mucha tristeza. Pues justo por estas fechas, perdí a mi madre, un ser que con su amor y cuidados apuntaló mi vida y la de mis hermanos. Más, ahora comprendo que Dios se la llevó porque había cumplido con su misión y ahora está donde él prefiere que esté. Y cada vez que me asalta la nostalgia me acurruco en la dulzura de su alma, como en el almíbar de esos buñuelos con miel y quesillo que nadie como ella preparaba y así logro aplacar un poco el vacío de su ausencia.

Por eso si el arquitecto del destino lo permite me dispongo a vivir esta navidad y este fin de año como si fueran los últimos celebrando la vida, con lo poco o mucho que tenga que más da, junto a mi familia Estuardo, Pablo y Andrea que son mi círculo más íntimo luego los demás familiares y amigos, abrazando, perdonando y amando, pero por sobre todas las cosas agradeciendo por estar vivo.